Rosa Como Las Rosas | ACT 3

277 33 13
                                    

La vista de las praderas desde el risco del bosque era de las más hermosas que una chica podría contemplar.

Curiosamente no había llegado por casualidad, el día anterior al querer visitar a su héroe su mejor amigo, el zorro hermano de este, le había informado que si quería verlo debía presentarse en el risco del bosque al día siguiente.
No estaba de acuerdo con esa idea, pero luego de soñar despierta con lo que podría ser una propuesta de matrimonio o una declaración romántica de su amor su energía y disposición fueron otras, motivandola a aventurarse en aquella singular misión que aceleraba su corazón.

Mientras la joven niña esperaba pacientemente sentada sobre el césped fresco a lo lejos se sentían las pisadas de aquel calzado carmesí, marcando su andar a una velocidad sin igual, dándose prisa para llegar cuanto antes al compromiso que él mismo había programado.   

¿Estaba nervioso? No realmente, había enfrentado cosas más peligrosas y de mayor tamaño antes, aunque sí estaba un poco preocupado de estarse haciendo una idea errónea, quien sabe, quizás todas las niñas eran así de cariñosas y pegajosas con otros niños y él aquí pensando que estaba enamorada de él.
Fuera lo que fuera ahí estaba en camino para saber la verdad.

Un par de minutos más tarde el joven niño se presentó frente a su amiga, con esta recibiéndolo entre chillidos de alegría seguidos de un gran y fuerte abrazo, mismo que lo debilitó por un breve instante tras percibir su fino y dulce aroma a rosas, provocando que sus mejillas volvieran a teñirse de rojo como siempre.    

— Me alegra que estés bien —habló entre carraspeos el niño de azul, separándose del abrazo, escurriendose de los brazos de la más joven mientras mantenía las manos tras su espalda—, yo...

— ¡Hace mucho que no te veía! —exclama, volviendo a pegarse a él, frotando fuertemente su mejilla con la suya— Por un momento creí que... te habían hecho daño.

La forma en la que sentencia la última parte lo preocupa, llegando a sentir una ligera sombra sobre su corazón. ¿Por qué se preocupaba por él? ¿Por qué importaría si alguien le hace daño? ¿Acaso es normal preocuparse por los demás así?

— Hey, nadie me hará daño, siempre voy a estar bien —asegura con una amigable sonrisa, dándole un par de palmaditas en la cabeza.

Amy se separa de él, satisfecha con su respuesta.

— Bien, Sonic —ríe tímidamente—. ¿Para que nos reunimos hoy?

— La verdad... quería darte algo especial ¿Ok? No es mucho, pero... —susurra suavemente, revelando lentamente el ramillete de rosas ligeramente maltratadas que escondía tras su espalda.

En un abrir y cerrar de ojos la niña menor toma el ramo de flores y lo abraza con fuerza, sonriendo de oreja a oreja mientras salta y grita llena de alegría por todos lados, tomando por desprevenido al de azul que no sabe si está furiosa o contenta.

— ¿¡De verdad, son solo para mí!? —chilla, olfateando las lindas flores, agitando su colita de lado a lado, con su corazón latiendo a mil por hora por la emoción.

— Las corté solo para ti ¿No te gustan? —duda, encogiéndose de hombros.

— ¡¡¡Me encantan!!! —exclama, lanzándose a sus brazos, dándole cientos de besos en sus mejillas y frente, demostrando su gratitud de la única forma que conocía— ¡¡¡Las amo, las amo, las amo!!!

— Jeje, me alegra —sonríe Sonic, dejando que su amiga lo bese tanto como quiera, sintiendo que ya había recibido ese mismo tipo de afecto hace años atrás, en una era que era incapaz de recordar.

— ¿Cómo supiste que son mis favoritas? —pregunta de forma curiosa, sentándose abruptamente en el suelo, deshaciendo el ramo para así empezar a fabricar una corona con los tallos.

— ¿Son tus favoritas?... Pues, solo busqué el tipo de flor que pudiera tener tu mismo olor —responde, tomando asiento a su lado, sin prestar atención a lo que hace, con su mirada perdida entre las ramas de la copa de los árboles.

— ¿Y oliste todas las flores solo por mí? —señala, sumamente sorprendida, con sus mejillas tiñendose de carmesí.

— Pues sí ¿De qué otra forma sabría que flores huelen igual a ti? Jej, creo que por eso soy alérgico al polen ahora —afirma, sonriéndole de forma ingenua, haciéndola reír.

— ¡No debiste hacerlo! —chilla entre carcajadas.

— ¡Claro que sí! Tú me hiciste el almuerzo y la cena hace una semana... Es lo menos que podría hacer —añade, inclinando su cabeza, topandose con un trébol de cuatro hojas, arrancándolo de la tierra para así verlo de mejor forma.

La niña de rosa lo observa por un instante, sin saber describir lo bien que la hace sentir el verlo felíz y relajado, siendo consciente de los pequeños detalles que rodean el mundo a sus pies.
Continúa en la confección de su corona de rosas, recordando cuidadosamente los consejos que su madre le daba siempre que hacían algo similar.

— Creo que no habíamos estado así de solos desde que ese robot me secuestró —comenta en alta voz, haciéndolo ver como un dato gracioso.

Sonic se gira a verla, dándose cuenta de que era verdad. Sin Tails era como volver a verse en aquel día antes de la tragedia, sin duda un buen y dulce recuerdo entre lo que era la tormenta de discordia de aquellos días.

— Tienes razón —asiente con la cabeza, guardando el trébol de cuatro hojas debajo de uno de sus guantes, con la corazonada de que podría darle suerte.

— Sin duda eres el niño más lindo que he conocido —afirma la de rosa tras colocarse su nueva tiara floral, procediendo a tomar la última rosa del ramo para así confeccionar una pulsera para su gran amor— y el más valiente...

Sonic siente sus mejillas arder otra vez, pero ahora se suma una nueva sensación. La forma en la su corazón golpea su pecho es algo nuevo e inusual ¿Sería miedo? No, el miedo no se siente así ¿Nervios? No, de ser así sus piernas ya lo habrían puesto en marcha para huir a cualquier lado ¿Entonces que sería? Por la forma en la que corazón palpitaba por el simple roce de sus manos contra su brazo lo dejaba atónito ¿Qué tenía ella de especial para provocarle tantas sensaciones?

Vió como aquel simple tallo se transformaba en un brazalete suavemente ajustado a su muñeca sobre su guante, maravillandolo, esa rosa roja sin duda combinaría bien con sus zapatos.

— Gran elección —agradece una vez que la eriza termina su arreglo, notando como las rosas rojas y rosas de su corona combinan perfectamente entre sí—. Te ves hermosa... —confiesa con una nueva voz, una sincera, clara e inocente, alejada de aquel acento y energía geniales y dinámicos que siempre lo habían precedido.

La niña de rosa se le queda viendo por un momento, parpadeando en lo que analiza si ésto es real o solo es un producto de su imaginación.

— Gra-Gracias —titubea, intentando no tener una sobredosis de emociones, tambaleándose en lo que se pone de pie, jalandolo hacia ella.

Sonic se aferra a sus manos, ayudándola a mantener el equilibrio, no quiere que se caiga y ruede cuesta abajo, no después de haberse arreglado de forma tan bonita con su regalo.

— ¿Quieres jugar? —pregunta alegremente— Yo corro y tú me persigues. Si me tocas tú huyes y yo te persigo a ti ¿Trato?

— Trato —afirma, tocandolo bruscamente en el pecho para acto seguido salir corriendo entre risas, siendo rápidamente alcanzada por Sonic quien la toca en la espalda y huye entre carcajadas que enfatizan su victoria— ¡¡¡Oye!!! ¡¡¡Eso no es justo!!! ¡¡¡Sonic!!! —queja la más pequeña en lo que intentaba seguirle el paso, con el erizo de azul huyendo a toda velocidad, sin poder contener su risa.

Entre tanto caos y descontrol en aquel vasto mundo era justo que por una tarde se comportaran como lo que eran en realidad: Niños puros e inocentes.

Childish Love ft. SonAmyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora