Un Hogar Para Amy | ACT 2

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Había vuelto al lugar que juró jamás regresar, pasando una vez más por los jardines ahora marchitos y cubiertos de tierra que el descuido había invocado.  

No se sentía igual a cuando la responsable de su felicidad estaba ahí. Los árboles de cerezo a la par de aquella humilde casa de paredes rosadas y tejados marrones se veían macabros, con sus ramas desnudas y sus flores marchitas ya no evocaban la alegría y dulzura que tanto le habían dado antes.

Quizás sería necesario enfrentar su pasado una última vez antes de decirle adiós para siempre.
Abrió aquella puerta, divisando el interior de lo que alguna vez fue su hogar completamente empolvado, sucio y con corrientes de aire gélidas recorriendo cada habitación.

Se abrazó a sí misma, dándose prisa para entrar, pasando de la sala en la que alguna vez su madre de leía cuentos y fabricaban manualidades, sin ver la cocina en donde le compartió sus secretos para crear los mejores postres, huyendo del cuarto de baño donde hacían fiestas de espuma y disfrutaban de probar nuevos estilos de peinado.

Se precipitó hacia la habitación que compartían por igual, aquel cuarto de paredes rojizas, dos camas individuales con sábanas blancas, una llena de libros de romance y otra llena de peluches de diversos animales.
Y pensar que en algún momento ese fue su lugar sagrado para sus pijamadas cada noche, el santuario de los secretos y los sueños, inútil ante la ausencia de aquella figura tan importante que había jurado jamás abandonarla.

Las lágrimas se acumularon en sus ojos, corriendo velozmente por sus mejillas ahora rojas, huyendo de sus ojos, con un gran nudo en su garganta que le impedía gritar o formular palabra alguna.
Aún tenía su aroma, ese esencia a canela entre margaritas frescas, aún podía sentirla ahí pero no era real, solo eran recuerdos atascados en el tiempo y eso no era justo.

Abrió el armario junto a la ventana, sacando de ahí una maleta roja que le habría pertenecido a su madre en algún momento de su juventud. Tomó toda la ropa limpia que tenía cerca, doblandola para así irla apretando dentro de la maleta, aprovechando para tomar una prenda o dos de su madre, como su delantal o bufanda.
Eso era todo lo que necesitaba para sobrevivir de ahora en adelante, no necesitaba libros de cocina o dinero, ella ya sería suficientemente astuta para resolver eso después.

Cerró la maleta, colocando los seguros superiores y poco a poco la fue arrastrando fuera de la habitación, de su casa, sin mirar atrás, ignorando las caricias y dulces cánticos del pasado que le rogaban para que no se fuera.

— Soy una niña grande —gruñó entre sus esfuerzos, estando a dos pasos de la puerta— y las niñas grandes se van de casa, no lloran —sentencia, apretando sus labios, intentando demostrar la fuerza que tanto presumía tener, ignorando el sentimiento de abandono dentro de ella, negando su duelo al no tener un ejemplo de cómo afrontarlo.

Los minutos pasan y finalmente sale de su hogar, sosteniendo su maleta con sus dos manos, con la frente en alto, sin notar aquel póster con su imagen y nombre pegado en una de las paredes que daba hacia su jardín.

Childish Love ft. SonAmyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora