"Samantha, necesito hablar contigo"
Me había aproximado casi sin hacer ruido. Tenía días sin haber hablado con ella.
"¿De qué?"
"¿Por qué no crees en el amor? ¿Alguien te hizo daño?"
Me senté en el columpio de al lado sin dejar de mirarla aunque ella no me veía.
"No es importante", se encogió de hombros aún sin darme la cara.
No entendía que la detenía a decirme lo que le había sucedido. Era su único amigo y ni siquiera a mí me contaba de su vida. No quiso presentarme a sus padres y seguía sin decirme donde vivía.
"Dime", insistí acercando mi rostro a ella.
"No quiero"
"¿Por qué no?"
Ya me había levantado para encararla.
"No se me da la gana decírtelo", me respondió desviando la vista.
Tratando de no ser brusco, atrapé su rostro entre mis manos y la obligué a verme.
"¿No confías en mí?"
"No", ni tres malditos segundos tardó en responderme.
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