"Hola"
"Hola" respondió Samantha seria.
"¿Cómo estás?"
"Como todos los días" me respondió con una sonrisa que consideré falsa. No era como las sonrisas anteriores y eso me preocupó.
"¿Te pasó algo?"
Tenía que haber sido así. Yo no le había hecho nada, los meses que llevábamos siendo amigos nos la pasábamos muy bien. Ella parecía disfrutar de mi compañía y yo disfrutaba de la suya. Había mejorado mucho en su charla, ahora era más platicadora y mejor dibujante. E incluso había pasado algo más, le había dado su primer beso. Y el segundo, el tercero, el cuarto, el quinto... y algunos más. Fue difícil ese tiempo, me sentí avergonzado al principio pero después demasiado cómodo. Y ella parecía no sentir nada, sólo se reía. Se estaba divirtiendo.
"No".
"¿Segura?" insistí. No podía estar volviendo a ser la misma de antes. No era justo.
"Sí".
Si ella decía que estaba bien, entonces tenía que hacerle caso y no insistir demasiado o se molestaba de verdad y por bastante tiempo. Y con lo que estaba a punto de hacer, no quería que se enfadara, no me convenía.
"Te hice esto" le dije entregándole la carta donde le confesaba mi amor. Quería formalizar todo, la quería. Podía sentirlo ahora mismo, el corazón latiendo desbocado y mi cuerpo temblando.
"La leeré en casa" dijo guardándola dentro de su cuaderno.
Diablos, no soportaría la espera.
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