La vi llegar a sentarse en el columpio justo cuando me detuve para beber agua y descansar.
Me acerqué a ella e hice lo de costumbre, ocupar el columpio a su lado.
"Hola, chica misteriosa".
"Deja de llamarme así" esbozó una mueca de disgusto que me hizo reír.
"¿Por qué, chica misteriosa?"
Era gracioso hacer enojar a la gente.
"Suena ridículo".
"Deberías acostumbrarte, chica misteriosa".
Como ella no me estaba viendo, tuve la oportunidad de observarla en silencio. Tenía unas pestañas espesas, ahora llevaba una trenza muy extraña, las chicas siempre usan peinados tan raros.
"Deja de llamarme así" repitió.
Observé como su labio inferior sobresalía, ¡estaba haciendo pucheros!
"¿No sabes decir otra cosa?" seguí bromeando.
Cualquier cosa que me hiciera olvidar que hace un momento me pareció lo más adorable del mundo por sus pucheros.
"Sí. Eres un idiota" me dijo y me dedicó una sonrisa que parecía malvada. Tenía razón, ella no era cobarde. Era de las que te decían todo a la cara sin rodeos ni arrepentimientos.
"Un idiota que quiere saber tu nombre".
Tal vez si le daba la razón ella perdería el gusto por insultarme.
"¿Si te lo digo, me dejarás en paz?"
♥
