"No sé que me pasa" admití, me había acercado a ella después de días de sólo verla, no quería hablarle después de como me había tratado. Pero ahí estaba yo, rendido, pisoteado, sin orgullo ni dignidad, volviendo a hablarle a aquella chica que apenas y me dedicó una mirada desde que me detuve a su lado. "A pesar de tu poco interés en la vida humana, sigo saliendo de casa esperando verte.
Eso era totalmente verdad, siempre que salía de casa para ir a correr al parque deseaba que ella estuviera en el columpio. Y que se acercara a mí y me pidiera disculpas por lo grosera que había sido, o al menos que ella se acercara para hablarme.
"Pobre de ti".
"Ya lo sé. Eres malvada".
"Soy incomprendida" me dijo.
"O tal vez no quieres que te comprendan" me acerqué a ella, sentado sobre el columpio pero no reaccionó. Ni se alejó ni se acercó más, ni volteó a verme.
"No quiero nada".
"Eso es imposible" me reí. " Algo tienes que desear"
"Tal vez deseo que te vayas".
¿Estaba hablando en serio o me estaba tomando el pelo? Era difícil saberlo. O estaba tan claro como el agua. Así de confuso era estar a su lado.
"¿Hablas en serio?" quise asegurarme de que estaba jugando. Ojalá que sólo fuera eso.
Me dirigió una de sus miradas que me dejó todo claro. Ella me detestaba, no quería que estuviera ahí y yo no merecía su trato. Ella no merecía que me preocupara por ella.
"No sé ni por qué pregunté" le dije mordaz y me levanté del columpio para irme a mi casa.
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