Al día siguiente que fui a correr al parque. Una parte de mí esperaba que ella estuviera ahí en el columpio de siempre. Pero cuando pasé por ahí, sólo estaban jugando unos pequeños con su madre. Así que comencé a correr.
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Durante mi última vuelta, vislumbré a una sola persona en los columpios. Los niños que estaban anteriormente ya se habían marchado y en su lugar estaba una linda castaña. ¿Dije linda? No, eso no queda con ella. Ni siquiera sabía su nombre aún, pero de linda no tenía nada. O tal vez sí, era algo atractiva.
"¿Vienes todos los días?" no me molesté en saludar, de cualquier manera con ella no eran necesarios los modales.
"Ya no lo haré".
¿Qué?
"¿Por qué?"
De un momento a otro me sentí preocupado porque ella fuera a decir que era por mi indeseable presencia.
"Porque la rutina es peligrosa"
Su respuesta me tranquilizó un poco. No la entendía muy bien, pero suponía que no se refería a mí. Eso quería creer en esos momentos.
"Yo también odio tener una rutina".
Con eso de que no tengo una novia a quien visitar y que mis amigos viven a varios de kilómetros de mi casa. Simplemente me quedaba correr por las tardes como distracción, pero ya lo estaba haciendo casi a diario. Y también estaba eso de ir a la misma escuela, con los mismos compañeros idiotas, los mismos profesores insoportables, jugar el mismo deporte siempre y llegar haciendo tarea. Para después comer en la misma mesa e ir a jugar los mismos vídeo juegos.
"No tengas una rutina y asunto resuelto" sus palabras interrumpieron mis pensamientos y volteé a verla. Ella también me veía. En sus ojos oscuros seguía sin haber señales de vida.
Ella tenía razón. Podía deshacerme de rutina. Además no podría cambiar de escuela cada semana, ni asesinar a mis compañeros de clase. O comer con mis padres en casas distintas cada día.
"Hay cosas que no me cansaría de hacer"
Como correr por el parque y verla a ella. Pero eso no se lo diría.
"Bien por ti"
Ahí va con ese tipo de respuestas. Que frustración.
"¿Siempre eres así de seria?"
"Sólo todo el tiempo".
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