opuesto.

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"Dale, uno más".

Entrenar sin condición era difícil, pero lo era más hacerlo en medio del frío crudo de julio.

Las articulaciones se dormían y dolían al tratar de estirarse en el clima gélido. Tampoco ayudaba mucho hacerlo a las seis de la mañana, en el exterior, cuando el sol era muy escaso aún y sus rayos inútiles.

Pero de eso se trataba; sufrir y crear resistencia. Allá afuera había mucho mundo y Matías sólo era un alfa debilucho qué no podía acabar con una sesión de abdominales.

"No creo que deba hacerlos tan rápido..". Tomó una gran bocanada de aire que ardió en su garganta. El vientre le dolía, las costillas, y desde su posición en el suelo podía ver las mejillas escocidas de Santiago.

El omega sujetaba sus piernas doblegadas, según porque completar el ejercicio sería más sencillo si se las mantenía fijas al pavimento. Pero empezaba a creer que, más bien, lo estaban haciendo mal.

"Apúrate o el comandante se va a dar cuenta qué no hacemos nada". Se ganó un quejido del alfa cuando pellizcó su muslo con diversión.

Recalt le echó una mirada fulminante. Ese tipo era muy confianzudo y parecía no dimensionar que desde su lugar fácilmente podría echarlo de una patada.

No lo haría, no ahora.

"Dale, mati, uno más".

"Bueno, ¿por qué no cambiamos ya a ver si tú lo haces mejor?"

Tal y como si lo hubieran invocado, Enzo apareció junto a sus cuerpos temblorosos luchando en el suelo.

Sus primeros días estuvieron a cargo de un entrenador beta, enorme de tamaño pero no tan intimidante como Vogrincic. Pidió incapacidad. La sede contaba con tan poco personal que quien estaba disponible era a quien menos querían supervisándolos.

La postura del alfa era dolorosamente correcta, Matías se preguntó si alguna vez lo vería siquiera un poco encorvado. Ni el frío ni la madrugada parecía afectarlo tanto, aunque no parecía exactamente animado tampoco.

Lo comprendía. Nadie era feliz levantándose temprano para trabajar.

"¿Ya terminaste?". Preguntó hacia el rubio.

"No, señor".

"Ve, yo lo ayudo. Nos están atrasando".

Santiago desapareció, acatando su orden con rápidez. Matías se reincorporó en el suelo, apoyándose de sus manos al buscar levantarse.

"Pue-..".

"Si no puedes hacerlos con los pies en el suelo, álzalos". Ordenó. Recalt se calló al instante y volviendo a apoyar su espalda en la acera, hizo el amago de alzar sus piernas.

El comandante lo tomó de los tobillos, sin avisar, pero no le jaló, sino que le indicó mantener las extremidades juntas y con sus rodillas dobladas.

"Cuento a diez". Estaba loco de atar. Matías le echó una mirada rogona. "¿Qué? ¿eres un alfa o no?"

Ignoró el comentario sólo porque la desesperación fue más insistente en su sistema.

Trató de mantener la calma e inhaló con profundidad las veces que necesitó; de nuevo, el aroma abrumante del alfa estaba demasiado presente a su al rededor. Lo inundaba, y vagamente se preguntó si no usaba supresores para inhibirse o algo.

Olía demasiado fuerte. O era cosa suya, porque nunca había percibido tanto a nadie.

"Replana toda la espalda". Enzo se acuclilló a su par, una de sus manos aún sujetaba sus tobillos para mantener la postura.

la ley de murphy; matías x enzo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora