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Al principio, Enzo no lucía muy convencido de ser testigo en la boda civil del omega que siempre estaba encima de Matías. Pero no tomó mucho para que su opinión cambiara.

La recepción era en una clase de campestre remoto a la ciudad. Santiago había afirmado muchas veces que sería algo simple, pequeño, y familiar. Aunque no se sabía qué tan seguras eran sus palabras conociendo el excéntrico modo de vida de Guillermina, su alfa y prometida.

"¿Te imaginas qué no llegábamos antes de que empezara?". Matías se sacó el cinturón de seguridad, su respiración volviendo a la normalidad cuando detuvo el auto fuera de la hacienda. "Santiago me cercena vivo".

Había aún bastante espacio en el improvisado estacionamiento y personas entrando al recinto. Para su alivio, no eran los últimos en llegar.

"Habríamos llegado hace quince minutos pero insististe en que no era acá". Había una diferencia clara entre su drama y la imperturbabilidad de Enzo; posiblemente porque él pasó la mañana fumando como desquiciado. Tampoco era fanático de ese tipo de eventos.

Volteó hacia el alfa mientras abrió su puerta, cuando no se movió del asiento.

"¿Qué?"

"Deberías usarlas más, me gustan". Señaló, estudiándolo con detenimiento. Su mano viajó a tomarle de la corbata, dándole un jalón intencional.

Era del mismo tono de azul que la suya, por no decir que eran idénticas y ya. Justo Recalt las había elegido, que porque debían ir a juego por indicación de su amigo.

Mentira; se había vuelto insoportablemente fijón en esos detalles melosos desde que eran esposos.

"¿Te gustan, te gustan en mi o te gusta pensar en majaderías con ellas?"

Matías rió por su planteamiento, contagiado por su ironía. Simuló pensar. "¿Cuál es la respuesta correcta?"

Afortunadamente, sí había mucha menos multitud de la que esperaban.

Blas revivió en sus vidas cuando lo encontraron en la entrada siendo acompañado de su pareja, una omega igual que él, rubia y de ojos perezosos. Cruzaron algunas palabras y sonrisas para saludarse, hasta ahí. Aunque a Matías le daba gusto verlo, seguían siendo el par de introvertidos qué no servían de mucho juntos.

La decoración era blanca en totalidad, un balance entre lo sencillo y elegante contrastando con lo rústico del verde sitio. Había lloviznado desde temprano, la tarde estaba un tanto más avivada y teñida de amarillo. Un complemento al bonito ambiente.

"Santi se ve hermoso, ¿no crees?". Matías apretó la mano de su compañero, tanteando el anillo dorado de su anular.

Una clase costumbre que adoptó cuando las ansias lo adueñaban. Las caricias que recibía en sus nudillos eran suficientes para drenarlas.

Aún no habían podido saludar a Narvaja. Parecía seriamente ocupado recibiendo felicitaciones, saludando nuevos invitados e inspeccionando el orden hasta de lo qué no. De lado a otro; seguro sus mejillas estaban adoloridas de tanto sonreír.

"¿Sí? ¿no?". Su falso interés era gracioso. Enzo rodó los ojos, ni siquiera se había preocupado por mirar al rubio aún. "¿Cuál es la respuesta correcta?". Imitó, y Recalt rió antes de darle un suave empujón.

La ceremonia en sí fue un asunto tranquilo y rápido. Los brillantes tacones de Guillermina hacían lucir más bajito a Santiago a su lado y eran tiernos juntos. Perfectos juntos.

Una casi desagradable sorpresa para Matías fue encontrarse con Juan, quien llegó justo después de las firmas. Tarde para la boda, temprano para la fiesta.

la ley de murphy; matías x enzo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora