"¿Me ayudarás, entonces?"
Miró con detalle el cigarro abollado en los dedos de Enzo, luego cómo lo envolvió al darle una calada. Por último a sus ojos inquisitivos, posados en él.
Nunca había notado lo largas de sus pestañas inferiores.
"¿Cómo? osea, ¿te haz metido conmigo todo este tiempo para que te acomode en un cargo público?". Sonrió lentamente, irónico. Matías resopló, su expresión tornándose aburrida por su intento de broma. "Ya veo con qué seriedad me tomas".
Siempre fue un bien entendido para el sarcasmo, pero la neutralidad en la voz del alfa le parecía ilegible y desesperante a la vez. Enzo lo sabía, y quizá solía hablarle así con frecuencia como para restar importancia a la confusión que los aplastaba.
Al menos su diálogo era más fluido ahora que Matías ya había egresado de la sede. Y que solían verse cada que era posible.
Había algo extraño en no tener que esconderse. Bueno, nunca se escondieron, realmente. Pero llevar lo que tenían a sus vidas personales, fuera del ambiente donde se conocieron y al que se acostumbraron.. Era diferente. Comprometedor, aunque no lo quisieran. Aunque no hubiera nada oficial.
Sin embargo, las llamadas eran frecuentes. Había mañanas donde despertaban juntos en camas revueltas. O noches, como esa, en las que sólo salían a fumar al extenso patio del complejo donde Matías recientemente se había mudado, uno bastante decente y cercano a la comandancia donde fue asignado.
Odiaba esas reuniones.
No por estar con él, sino porque sentía como si fueran patéticos adolescentes conociéndose. Le ofendía pensar en lo suyo como algo casual. Pero es que ellos eran.. Ni siquiera sabía que eran. Ese era el problema. No tenían etiquetas.
Amigos definitivamente no, ni en sueños. Amantes era demasiado. Sentimentalmente involucrados, tal vez. ¿Qué más? ¿o qué eran casi?
"¿A dónde, pues?". Preguntó, por fin. Hastío de la insistencia en su lenguaje corporal.
Matías soltó de golpe el humo en sus pulmones, tosiendo torpemente.
"La ministerial". Contestó, sin dudar.
"¿La ministerial?". No lucía seguro de la propuesta.
Aunque sabía que Vogrincic tenía toda la capacidad existente para acomodarle en cualquier dependencia.
Atado a la costumbre, esperó seriamente un A los pendejos como tú no los quieren ahí qué no llegó. O alguna mierda hiriente de las que solía decirle regularmente antes. Lo que sea. Pero ambos lo sabían; estaba preparado. El alfa ya no podía joderlo más.
No después de tanto que le hizo pasar.
"Bien, veré qué puedo hacer".
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"¿No podías esperar a que acabara mi turno para que me llamaras con tanta urgencia?"
Poco le importó lo ocupado que estuviera Enzo en su oficina. O que le escucharan quienes aguardaban en la sala de espera; prácticamente entró tras un portazo. Sin permiso.
El alfa lo miró desde su escritorio, serio y acostumbrado a su dramatismo. El omega con quien hablaba, sentado del otro lado, se sobresaltó un poco por la llamativa intromisión.
"Te atiendo después". Contestó, su atención en Recalt, luego hacia el chico encogido en su silla. Uno de sus subordinados de la policía estatal, supuso, por el uniforme.
Aunque él seguía mirando al alfa sobre la puerta. Matías suspiró con irritación, sus ojos recelosos perforándolo.
"Te lo está diciendo a ti". Escupió.
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la ley de murphy; matías x enzo.
Fiksi Penggemarsiempre hay un problema para cada solución. no copias ni adaptaciones. ©cerezaacidaa