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A veces el corazón se vuelve muy vulnerable con las personas que menos lo aprecian.
Enamorarse siempre fue algo que todos experimentaron, aunque sea una vez, ya saben, ese nerviosismo al estar cerca de esa persona especial, la chispa que los hace querer vivir otro día más con tal de estar a su lado, o el mismo aleteo de aquellas famosas “mariposas en el estómago”. A pesar de todo eso, uno nunca sabe si aquel amor es completamente recíproco.
Una persona enamorada es equivalente a un corazón ciego, hasta que logran darse cuenta de que, tal vez, y solo tal vez, para la otra persona, nunca hubo nada para empezar.
—Cariño, ¿Por qué no vienes esta noche a cenar? —Preguntó una dulce voz que dejaba una taza de café con miel frente al nombrado.
—Lo siento, linda. Los entrenamientos me dejan tan cansado que no suelo cenar al volver. —Se excusó con una mirada apenada.
Se preguntarán dónde estamos ahora, pues, es un lugar que antes no fue mencionado, una bella cocina al vivo estilo campestre, para ser más específicos, dónde la luz natural abrazaba todo el espacio, incluyendo a la pareja que desayunaba en este momento.
—Siempre entrenas hasta tarde, como voy a estar tranquila en la noche sí sé que no cenas como corresponde. —Murmuró con el ceño fruncido. Su voz era tan bajita y suave que ni siquiera parecía un regaño.
La risa de Atsumu retumbo por las blancas y relucientes paredes, tomando la pequeña mano de la chica frente a él, con la vista algo encandilada por esa aura tan brillante, su sonrisa, la camiseta roja enorme que traía puesta que le pertenecía a él, todo salpicado por un sentimiento que gritaba hogar.
Gracias por tu interés, cariño. —Agradeció dejando un tierno beso en la palma de su mano, lo cual formó un tenue sonrojo en las pálidas mejillas de la chica. —Te aseguro que estoy más que bien.
Ella le regaló una cálida sonrisa como respuesta, envolvió su cuello con sus brazos para darle un gran abrazo que fue correspondido de la misma manera. Se sentía tan feliz a pesar de la ignorancia en la que vivía.
Creo que ya se estarán suponiendo quien es esta joven, claro, si es que prestaron atención a los capítulos anteriores. Ella era ni más ni menos que la chica con la que Atsumu se había estado viendo y manteniendo una relación a escondidas de, ya saben quién. Esa misma con la cual fue encontrado aquella vez cuando... bueno, no hace falta recordar ese momento.
Ella era tan dulce que no le molestaba sus entrenamientos hasta tarde o cuando salía con sus amigos, le tenía una confianza plena al igual que cierta chica que ya conocemos. Aunque claro, la pobre no estaba al tanto de la tercera persona en discordia de su relación.
Estaba segura de que Atsumu no era como los demás, pensaba estar todo el tiempo que le fuera posible a su lado, después de todo, su corazón poco a poco fue abriéndose con cada palabra, cada gesto de amor que la hizo volver a creer en alguien, todas las veces que un “Te amo” salía de sus labios. Sentía que el sentimiento era mutuo, cariño sin medida por ambas partes.
