𝑪𝒉𝒂𝒑𝒕𝒆𝒓 𝑺𝒆𝒗𝒆𝒏¡

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𝑪𝒉𝒂𝒑𝒕𝒆𝒓 𝑺𝒆𝒗𝒆𝒏¡
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Mientras aguardaban para cruzar la calle en una mañana fresca y con autos que parecían volar, la brisa alborotaba su cabello, rumbo al edificio donde la joven encontraría ayuda para su bienestar mental

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Mientras aguardaban para cruzar la calle en una mañana fresca y con autos que parecían volar, la brisa alborotaba su cabello, rumbo al edificio donde la joven encontraría ayuda para su bienestar mental.

Te dije que te pusieras un gorro. —Sakusa la fulminó a modo de regaño silencioso, viendo a la más baja con la nariz ligeramente colorada por el fresco mañanero.

Oh, cállate, tampoco hace tanto frío. —Respondió ella con el ceño fruncido, sabía que debió hacerle caso, pero no lo admitiría.

El chico giró los ojos y cruzaron la calle una vez el semáforo cambio de color. A cada paso Kiyoka podía sentir su corazón latir con nerviosismo, era la primera vez que se expresaría con un profesional y no sabía qué pensar con exactitud. A pesar de haber tomado la decisión ella misma, aún era algo nuevo de lo cual le costará acostumbrarse.

Seguro tardarás un buen rato. Mientras tanto iré a comprar el desayuno. —Luego de las palabras de Sakusa, la chica asintió y le recordó que iba a mandarle un mensaje cuando acabara la cita.

Una vez su amiga entro al edificio, escondió sus manos en los bolsillos de su abrigo y se puso en marcha hacia el café un par de calles mas adelante. Durante el camino se preguntaba que cosas podría estar diciendo aquella mujer desconocida a Kiyoka, estando seguro que una que otra palabra que le diga, él ya se la había hecho saber, después de todo, él fue su psicólogo gratis y sin título desde la secundaria.

Al llegar al local, el carrillón avisó de su bienvenida como de costumbre, fue hasta la caja y le pareció raro no encontrar a la señora Harada atendiendo. Claro que no fue por mucho tiempo.

¡Oh! ¡Pero miren quien aparece hoy! —Escuchó detrás de él haciendo que se volteara y mirara hacia abajo, muy abajo.

Buenos días, señora Harada. —Contestó el pelinegro hacia la señora mayor que lo saludó con una sonrisa mientras se ubicaba detrás del mostrador y subía a su silla para estar a la altura del mostrador.

Es raro verte solo a esta hora de la mañana, ¿Qué te gustaría ordenar hoy, querido?

La mayor siempre con su sonrisa llena de júbilo tomó su pedido en un pestañeo, solo bastaron unos minutos para que ambos cafés calientes junto unos Taiyaki*, estuvieran listos para llevar, uno relleno de chocolate para Kiyoka y otro relleno de judías azuki endulzadas para él, sabiendo que algo dulce podría animarla en la mañana.

Gracias. —Agradeció el más alto inclinando la cabeza a modo de reverencia. —Que tenga buen día, señora Harada.

𝑴𝒆𝒕𝒂𝒏𝒐𝒊𝒂 𝒅𝒆 𝒖𝒏 𝑪𝒐𝒓𝒂𝒛𝒐́𝒏 𝄄 ˢᵃᵏᵘˢᵃ ᴷⁱʸᵒᵒᵐⁱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora