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—¡Buenos días! ¿Tienen una reservación?
Eso fue lo primero que escucharon al llegar. Recibidos por esa sonrisa pintada de un rosado brillante y unos mechones rebeldes de un rubio platinado cayendo por su rostro. La chica que tanto ansiaban encontrar, sentada en el escritorio de la recepción frente a ellos.
—De hecho, no vinimos para pasar el rato. —Comentó el pelirrojo con decisión, dejando a la recepcionista con una expresión de extrañeza.
—Lamentamos interrumpirla en su hora de trabajo, señorita… —Expresó Meian dejando la frase al aire.
—Izumi. —Completó la rubia platinada con un tono suave mostrando la placa de recepcionista sobre su pecho del lado izquierdo con su nombre “Izumi Rei” grabado en ella. —¿Puedo ayudarlos en algo?
—De hecho, queríamos hablarte de un tema bastante importante. —Esta vez habló Kiyoka, con un rostro que reflejaba más seriedad que el resto.
La rubia abrió los ojos con sorpresa y duda. Si era un asunto de tal magnitud que todo un grupo fue para ir hasta ella, debía ser algo de suma importancia.
—Ya veo. Aun así, creo que no es el momento indicado para discutirlo, al menos no ahora.
Por más que quisieran decirlo todo en ese momento, sabían que al estar en su horario laboral sería complicado, por lo que se pusieron de acuerdo para encontrarse en otro lugar al terminar su turno. La chica estaba bastante intrigada, si bien los conocía a todos, ya que frecuentaban el lugar varias veces con Atsumu, no creyó que hubiera otro motivo por el cual decidieron entablar conversación con ella.
Bueno, lo sabrá dentro de unas horas. Y créanme que no será algo lindo.
Por otra parte, el grupo decidió ir al café Harada, lugar donde la esperarían para esa charla que tanto estuvieron planeando. Una señora mayor los recibió con alegría, reconociendo al grupo al instante, ya que eran clientes recurrentes del café. Los guio a una mesa y todos le agradecieron antes de que se fuera a seguir con su labor.
—Bien, faltan un par de horas antes de que ella llegue, —Exclamó el bicolor con una sonrisa de oreja a oreja— ¿Qué les parece si pedimos algo mientras tanto?
Todos miraron con una ceja alzada a su amigo que levantaba su mano para llamar la atención de una de las camareras, una que ellos conocían de sobra, para ser más específicos.
—Buenos días, chicos. —Saludó la camarera con un tono sereno y algo serio característico de ella, siendo saludada por todos al instante. —¿Les sirvo lo de siempre?
—¡Claro que sí! —Exclamó Bokuto con entusiasmo. —¡Tus cafés espumosos son los mejores para el desayuno!
La camarera asintió ya estando acostumbrada a sus cumplidos mientras anotaba todo en su pequeña libreta. —Seguro, volveré en un momento. —Al dar una leve reverencia, se dio la vuelta y volvió a la cocina.
