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Había razones para no estar ahí, bastante evidentes si se lo plantean. Una persona normal tal vez ni siquiera estaría dispuesta a reparar algo que le causo tan malos ratos, algo que dejó una marca de no retorno y hasta sirvió de lección para el futuro.
No obstante, ¿Quién se consideraría como una persona completamente “normal”?
Aviones despegando, ríos de gente llegando al lugar y aquella voz en los altavoces que daba aviso del próximo vuelo que despegaría. Todos esperaban hasta que el avión en donde Atsumu estaría aterrizara y así darle la bienvenida. Kiyoka quería convencerse de que lo que estaba a punto de hacer lograría que su vida mejorara, aunque sea un poco, dejar atrás lo malo y así seguir adelante.
Unas semanas atrás, antes de que llegara el día donde Atsumu regresaría de su viaje, Kiyoka continuó yendo al gimnasio para visitar a los chicos un rato durante sus entrenamientos, también se volvió un poco más cercana a la nueva manager, quien parecía algo tímida al inicio, pero poco a poco tuvo más confianza y se sintió parte del grupo.
Después de cada practica era acompañada por el pelinegro, algo que se hizo costumbre con el pasar de los días y los mantenía más unidos que antes. Las visitas de Sakusa se hicieron más recurrentes, cosa que a Kiyoka la hacía sentir feliz y más acompañada, agradecida de tener su compañía en aquella casa, tan grande como solitaria, pero volviéndose más cálida al momento en el que el timbre anunciaba su llegada.
Volviendo al presente, la mente de Kiyoka la mantenía ajena a su entorno con tantos pensamientos inoportunos, la mayoría con la primicia de que, tal vez, aquella charla que tendría con su antigua pareja no serviría de nada. Pensamientos negativos que ignoraba manteniendo aquella actitud positiva, una que con el pasar de los días se volvió más fuerte que esos pensamientos, los cuales no quería volver a tener rondando por su mente.
Una mano en su hombro la distrajo de sus pensamientos, siendo esta la de Bokuto que al mismo tiempo le otorgo una mirada de aliento para que así, se armara de valor cuando apareciera el rubio después de tanto tiempo, bajando a un ritmo tranquilo por las escaleras eléctricas y captando la presencia de sus amigos casi al instante.
El chico sonrió y llegar a ellos lo recibieron con un abrazo entre todos, esto le alegro tanto hasta que notó como dos personas solo los veían apartados del grupo. Al levantar la mirada se percató de la joven mirándolo con una mueca junto a pelinegro, el cual lo miraba con su indiferencia como de costumbre.
Trago en seco al instante en el que sus ojos conectaron, sus músculos se tesaron ante su figura acercándose poco a poco, sus pies deteniéndose al estar frente a frente.
