.

135 20 1
                                    

Suspiró, mientras recostaba su cuerpo sobre la silla, acarició sus sienes con tal de alivianar el ligero dolor de cabeza que aparecía poco a poco.

Luces estresado.

—Lo estoy —murmura apenas, sus ojos se mantenían cerrados con fuerza.

Era demasiado temprano para su gusto, no amaba tener que trabajar a las seis de la mañana.

—Mejor cuéntame cariño, ¿cómo fue tu noche con el chico? P'pon te envío alguien lindo?

—Um... Definitivamente no tu tipo, pero era realmente lindo. Tierno. — Pavel por fin miró a Pop a la cara, sonriendo levemente.

—Es bueno escucharlo. ¿Era bueno en lo que hacía? —Los ojos de Pop se ensancharon con curiosidad, quería saber todo sobre aquel encuentro. Al final del día, él había puesto en contacto a Pavel y pon.

Pavel arrugó la cara, señalando una leve marca rojiza en su cuello.

Bastante... —Pavel tomó las gafas que tenía colgando del bolsillo de su camisa y se los puso, buscando unos papeles sobre la mesa.
Cuando los encontró, intento tomarlos antes de ver como la mano de pop golpeaba sobre la mesa, manteniéndolos ahí.

—¿Qué?

Dame detalles, amigo, ¿cómo se llama?—El menor miró con intriga a Pavel, se veía genuinamente intrigado.

Eres un entrometido.—Pavel se quitó las gafas de nuevo, mirando a pop con irritación. —Se llama Po... Pu... Algo así.

Ambos siguieron hablando por un largo rato, o bueno, pop siguió interrogando sin escrúpulos a Pavel hasta que supo casi todos los detalles de la noche.

Pop y Pavel habían sido amigos durante unos años, actualmente socios comerciales. El menor, a pesar de estar en una relación, había probado estar con alguno de los chicos de Pon en el pasado, siendo así como había conocido a su actual pareja.

.

Miro por última vez la foto de su mamá con tristeza, poniendo un pequeño ramo de flores que había comprado por la mañana. Suspiró mientras una lágrima rodaba por su mejilla.

—Me iré por poco tiempo, mami, ¿está bien? Cuando pague todo, dejaré de trabajar con P'pon y regresaré a casa.

Levantó la maleta del suelo con cuidado, tenía una mirada ridículamente triste. No sabía qué pasaría a partir de ahora.

Caminó a lo largo de su pequeña casa, revisando si había algo que olvidaba o simplemente recordando algunos momentos en ella. Cuando era pequeño y corría por sus pasillos o cuando se convirtió en adolescente y lloraba desconsoladamente extrañando a su madre.

Por fin salió de su casa, no sin antes dar un vistazo rápido, en busca de alguna pertenecía olvidada; o quizás, algo de esperanza escondida.

Se montó en el auto que P'pon había enviado para buscarlo, dirigiéndose al aeropuerto de donde salir a Chiang mai. En teoría, Sailub lo recogería ahí, si bien este hombre no le generaba la mejor confianza a Pooh era lo que debía aceptar por ahora.

Su vuelo no duró mucho más de hora y media, por lo que a eso de las 12:00 pm ya estaba en el lugar. Cuando salió del vuelo, logró ver a un hombre unos diez años mayor, sosteniendo lo que parecía ser una maleta. Sonrió, acercándose a Sailub.

Hola, niño —dice el mayor, apenas Pooh se acerca.

—Hola P.

Sailub y Pooh se habían conocido un par de años atrás, cuando el mayor decidió ir a la capital del país a ver en qué trabajaba su esposo. Grande fue su sorpresa cuando supo que Pon brindaba ciertos servicios, por no decir chicos, a cambio de dinero. Sin embargo, Sailub nunca mostró indicios de estar en contra; en cambio, había logrado expandir su microtráfico dentro y fuera de Chiang mai, algo realmente beneficioso para sí mismo.

SuayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora