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Anya Desmond.
Fue una tarde, en primavera del año anterior, cuando Anya escuchó aquello en los pensamientos del Segundo.
Fue como un impacto. Un estallido para su mente. Aunque escuchó con claridad, la razón detrás de esa asociación con su apellido escapaba a su comprensión. ¿Por qué de repente él la vinculaba de esa manera? ¿Acaso el agotamiento causado por sus intensos estudios estaba afectando su raciocinio? Era difícil. Todo era tan difícil si se trataba del Segundo. Pero aún más complicado resultaba enfrentar los problemas de aritmética, sobre todo cuando tenía a alguien tan exigente como tutor.
―¿Por qué dejas de escribir? ―reprochó el azabache―. Te he explicado la fórmula al menos diez veces; deberías haberla comprendido a estas alturas.
―Estoy cansada, y además tengo hambre.
―Dios, ¿cómo voy a lidiar contigo? Apenas hemos empezado hace media hora.
―Estudiar es tan aburrido, ya me dio sueñito.
―Pero si fuiste tú quien me pidió ayuda para mejorar tus terribles calificaciones ―se lamentó―. Eres una académica imperial, debes de actuar como se debe.
Lo había olvidado por un instante.
Tras años de esfuerzo, finalmente era reconocida como una académica imperial. Un triunfo significativo para el plan A, aunque en ese momento ya carecía de importancia, pues el peligro había cesado y la paz estaba garantizada, gracias a WISE. Además, lo que comenzó como la misión Strix, quedó consolidado como una familia real. No obstante, como hija, ansiaba enorgullecer a sus padres; pero aún luchaba por destacar en el ámbito académico. Cuando se anunciaron los resultados del examen de matemáticas e historia y estos resultaron desfavorables para ella, los murmullos y cuestionamientos a sus espaldas se multiplicaron, incluso recibió reprimendas por parte de la plana docente. Con siete tonitrus, un solo error podría significar su expulsión del Edén.
Entonces, vio en su acompañante, una luz de esperanza. Sus calificaciones eran impecables, su inteligencia y erudición notables. En particular, Becky insistió en que debería solicitar su ayuda, convencida de que no se negaría. Para su sorpresa, él aceptó de inmediato, sin objeciones.
―No importa ―intervino él―. Si no te alimentas, no podrás concentrarte y todo el tiempo que he invertido será en vano. Vamos a comer, pero espero que te apliques luego.
No puedo permitir que ella sea expulsada. No me lo perdonaría.
Quizás, si en ese momento hubiese sido más curiosa respecto a los pensamientos tan extraños que tenía su acompañante, lo hubiera sabido antes. Lo que causaba en Damian Desmond.
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ꜱᴀᴜᴅᴀᴅᴇ » Damianya ✓
Fanfiction¿Quién puede decir si, al sincerarse con sus sentimientos, al tomar la iniciativa, Damian habría evitado tantos remordimientos? Nunca había tenido el coraje de seguir a su corazón, y tal vez esa falta de valentía era la causa de su profunda miseria...