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—No quiero irme —protestó súbitamente la más pequeña, interrumpiendo las palabras de su padre. Loid le dirigió una mirada severa antes de desplomarse en el sillón, visiblemente agotado. Había sido un día difícil.
Anya acariciaba a su canino, que se había acercado para consolarla. Ella también estaba abatida por los acontecimientos de las últimas horas con Damian. Para su infortunio, su padre se había dado cuenta de lo sucedido con el hijo menor de los Desmond.
Pero incluso antes de los eventos recientes, la idea de partir de Ostania cuanto antes era lo más idóneo. Eran tiempos difíciles. En medio del caos tras la muerte del heredero de los Desmond, Loid descubrió algo que quizá le había tomado años desentrañar: el caso del Proyecto Apple.
Desde que su hija le reveló las habilidades que poseía, que había guardado durante años, él no se quedó de brazos cruzados y se dedicó a investigar sus orígenes o procedencia. Todo era sumamente desconcertante. Al cabo de un tiempo, cuando finalmente armó todas las piezas del rompecabezas, lo comprendió. Anya era víctima de un experimento que aún continuaba en marcha. No podían permanecer más tiempo en Ostania, pues representaba un peligro para ella. Más aún cuando, aunque desconociera los detalles y aún le llevara tiempo investigar más, sabía perfectamente que era la única sobreviviente de entre todos los proyectos fallidos.
Aunque el Proyecto Strix había concluido hace años, a raíz de los tratados de paz establecidos entre ambas naciones, él seguía investigando en la sombra, manteniéndose fiel a sus ideales. Su misión era garantizar la armonía, no solo para él, sino también para la familia que quería proteger. Por supuesto que, suprimía cualquier pensamiento relacionado con el Proyecto Apple o la Operación Strix cuando estaba cerca de Anya, puesto que no quería despertar en su hija una curiosidad que pudiera involucrarla.
No se lo perdonaría si algo le sucediera.
—Anya, ya lo hablamos —dijo, profundizando su mirada, impartiendo una orden—. Tenemos que partir esta misma noche.
El hecho de que Damian Desmond hubiera descubierto el secreto de la familia solo había servido como detonante para reforzar la decisión de irse de inmediato, sin perder un solo minuto. No es que desconfiara del hijo menor, especialmente sabiendo el interés que éste tenía por Anya. Sin embargo, no confiaba en su familia. Aunque Donovan había sido absuelto de sospechas años atrás, todavía le provocaba cierta desconfianza.
—Pero—
—No.
Quizás si hubiera sido más pequeña, habría estallado en una rabieta para que su padre cediera, pero ahora, a sus apenas diecisiete años, comprendía que no podía permitirse ese lujo. A pesar de todo, deseaba quedarse en Ostania, por la vida que había construido, por sus amigos, por Damian. Reconocía su egoísmo al infiltrarse en Edén únicamente para asegurarse de que él estuviera bien tras la tragedia de su hermano, desafiando las restricciones impuestas en su hogar. Hace apenas unos días, había aceptado seguir las órdenes de su padre, sabiendo que todo lo que hacía era por su propio bien. Era de esa manera. Sin embargo, en esta ocasión, no pudo resistirse a la tentación de desobedecer para, al menos, ver una última vez al chico que amaba antes de partir.
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ꜱᴀᴜᴅᴀᴅᴇ » Damianya ✓
Фанфик¿Quién puede decir si, al sincerarse con sus sentimientos, al tomar la iniciativa, Damian habría evitado tantos remordimientos? Nunca había tenido el coraje de seguir a su corazón, y tal vez esa falta de valentía era la causa de su profunda miseria...