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Al llegar a su habitación, se dejó caer en la cama y contempló el techo con una sonrisa que iluminaba su rostro. Damian estaba completamente perdido.
Había imaginado tantas veces ese momento, recreando la escena una y otra vez en su mente, de diferentes maneras desde hace años; pero cuando finalmente sucedió, le costaba creerlo. Anya Forger lo tenía bajo su hechizo, y él estaba encantado de que fuera así. Ansiaba seguir besándola, tenerla entre sus brazos, susurrarle lo mucho que la había anhelado. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de pronunciar alguna palabra después del inesperado beso, Loid Forger salió en busca de su hija. Maldijo para sus adentros.
Su desgracia empeoró cuando, al regresar a Edén, el docente a cargo lo reprendió por llegar tarde, a pesar de haberle otorgado la confianza de resolver sus asuntos. No recibió un tonitrus, dada la influencia de su familia y sus loables calificaciones; no obstante, le impusieron dos días de suspensión de clases, por lo que, incluso debía dejar los dormitorios e ir a su respectiva residencia a cumplir el castigo impuesto.
Por primera vez, nada de eso le importó. Si los besos de Forger valieran incluso su expulsión, lo aceptaría gustosamente.
Sentía una urgencia por verla. Necesitaba hacerla responsable de lo que había desencadenado. Quería enfrentarla. Hacer que volviera a pronunciar en esos labios su nombre una vez más. Después de todo, ¿no era evidente que si ella se había atrevido a besarlo, también compartía sus sentimientos? Su rostro ardía.
Salió de su trance cuando de repente, resonó el sonido de la puerta. Era un criado de la mansión, comunicándole que el señor Donovan aguardaba su presencia en su despacho. En ese momento, el joven maldijo interiormente; ¿cómo era posible que su padre estuviera en la residencia? Pensaba que este se encontraba en un viaje de negocios en el extranjero. Rara vez su familia se encontraba en casa.
Al entrar en el despacho, divisa a su progenitor reposando en el sillón, disfrutando de una taza de café. El gesto de su padre al indicarle que tomara asiento le hizo temblar de miedo; había pasado mucho tiempo desde que siquiera se dirigían una palabra.
―¿No deberías estar en los dormitorios de Edén? ―su mirada se clavó con una intensidad oscura, casi cortante. Damian tragó saliva, incapaz de articular palabra alguna―. De todas formas ―añadió, dando un sorbo a su café―, te he solicitado aquí porque hay algo de lo que debo hablarte.
―¿Qué es lo que deseas decirme, padre? ―bajó la cabeza.
―Sobre tu matrimonio.
La noticia lo dejó atónito. ¿Por qué hablar de matrimonio? Apenas era un estudiante a punto de graduarse. Ni siquiera a Demetrius, que ya había completado sus estudios y trabajaba en compañía de padre, se le había impuesto un matrimonio arreglado.
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ꜱᴀᴜᴅᴀᴅᴇ » Damianya ✓
Fanfiction¿Quién puede decir si, al sincerarse con sus sentimientos, al tomar la iniciativa, Damian habría evitado tantos remordimientos? Nunca había tenido el coraje de seguir a su corazón, y tal vez esa falta de valentía era la causa de su profunda miseria...