☾
―¡Concédeme el privilegio de compartir el resto de mi existencia a tu lado!
El chico declaró, cerrando fuertemente los ojos y con el rostro hirviendo. Quizá no era el lugar ni el momento más apropiado para confesar su amor, pero dadas las circunstancias, creyó que ya no podía reservar solo para sí mismo sus sentimientos. Necesitaba darle fin a su tormento.
Pero ella tardó en responder.
―Yo también deseo lo mismo ―susurró finalmente, con lágrimas aún brillando en sus ojos, no levantó la vista. No dijo más.
―Cuando comience la universidad, aspiraré a la política, me graduaré y entonces, me casaré contigo. Quizás suene precipitado, pero es lo que realmente quiero.
―Segundo...
―Sé que mi familia no estará de acuerdo, pero si tengo que renunciar a mi linaje por ti, lo haré, porque te amo.
Las palabras pronunciadas desencadenaron un alboroto en su débil corazón, pese a que en alguna ocasión había escuchado esa última frase en su mente desde hace tiempo. La pelirosa se alzó de puntillas y le regaló un corto beso en los labios.
―Damian, se nos hace tarde. Debemos ir a clases -le sonrió.
―Forger, en verdad te amo.
―Lo sé ―respondió con otra sonrisa―. Ve tú primero. Si salimos juntos, podrían vernos.
Sin pronunciar más, él obedeció en silencio. Tenía razón, si llegaba tarde a clases, corría el riesgo de enfrentar otra suspensión, y más aún, se haría un escándalo si encontraban a dos estudiantes juntos en el cuarto de almacén. Por lo que, al ingresar al aula, inclinó la cabeza en señal de respeto hacia el profesor Henderson, quien ya estaba impartiendo la lección. Tomó asiento junto a sus dos amigos, mientras esperaba que Forger apareciera en cualquier momento. Sin embargo, nunca llegó.
La primera hora transcurrió, marcando el fin de la clase de Historia. Damian se sentía cada vez más impaciente.
―Si estás buscando a Anya, no vendrá ―anunció Becky, volviéndose hacia él.
―¿Qué?
―Lo lamento, Lord Damian, olvidamos mencionártelo anoche ―añadió Emile, mientras picoteaba algunos aperitivos.
―¿De qué están hablando?
―Anya está delicada de salud, guardando reposo en su casa ―frunció el ceño, sin entender.
―Pero tranquilo, es solo un resfriado ―intervino Ewen, al notar la preocupación de su amigo.
―Hablé con ella por teléfono anoche. Mencionó que podría ser contagioso y que no podría recibir visitas. Pobre de mi Anya.
ESTÁS LEYENDO
ꜱᴀᴜᴅᴀᴅᴇ » Damianya ✓
Fanfiction¿Quién puede decir si, al sincerarse con sus sentimientos, al tomar la iniciativa, Damian habría evitado tantos remordimientos? Nunca había tenido el coraje de seguir a su corazón, y tal vez esa falta de valentía era la causa de su profunda miseria...