CAPÍTULO DÍEZ

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Era un bello día de domingo, el sol calentaba la mañana con sus cálidos rayos.

Un hombre sentado dentro de una camioneta blanca observaba la casa de los Sumentikul. Apretaba el volante con excesiva fuerza y sus ojos se empañaron debido a las lágrimas.

Unos minutos más tarde, vio salir a todos excepto a dos de ellos; uno que vivía allí y una mujer que acababa de llegar; sabía cuántas personas habitan la casa por la información dada para el trabajo. No sabía quiénes eran ya que no los conocía. No era de la isla.

Decidió esperar solo unos segundos más antes de entrar para llevar a cabo el trabajó por el que le pagaron.

Miro una fotografía con un hombre y un bebé en los brazos. Suspiro pesadamente, se colocó una visera negra y un cubre bocas. Sus manos sudaban y le temblaron cuando se puso los guantes. Salió de la camioneta y se dirigió a la entrada.


Chay se encontraba en la cocina dándole el biberón a Pai mientras él bebía un café.

Decido no pensar en lo sucedido la noche anterior. Solo debía resistir ese día y mañana por la mañana se iría de la isla, no volvería a ver a Kim, al menos por un buen tiempo.

Sammy se hallaba en la habitación alistando a Phayu para salir a su control médico; lo llevaría ella ya Pete tenía mucho trabajo y Sammy amaba cuidarlo, por algo era su madrina.

Chay estaba tan absorto en su mente que nunca oyó al hombre cuando ingresó a la casa por lo que no tuvo tiempo a reaccionar cuando este entró en la cocina apuntándole con un arma.

-¿Quién eres? -preguntó Chay dando un brinco de su silla y sintiendo un frío recorrerle la columna vertebral. Se puso de pie con mucho cuidado para colocarse frente a la silla de comer de Prapai. Él pequeño balbuceó algo ininteligible.

-¡QUIETO! No te muevas, si lo haces te disparo -el sujeto se acercó más a la silla dónde estaba Pai.

Chay intentó un movimiento hacia él para evitar que el tipo se acerque al pequeño pero fue golpeado con la culata del arma en la cabeza. No lo desmayó pero fue suficiente para causar que Chay se tambaleara y cayera al suelo sobre su trasero.

Prapai comenzó a llorar al ver a su tío ser atacado.

Entendiendo las intenciones del hombre, Chay se puso de pie de inmediato, sintiéndose mareado y las náuseas golpeando su garganta. Un hilo de sangre colgaba del costado de su cabeza pero no podía importarle menos.

-Lo que...sea que...planees... hacer -Chay habló entre cortado debido al golpe y a los nervios -piensalo bien. No quieres hacer esto. No sabes quiénes... son estás...personas y... de lo que son capaces.

Él sujeto no respondió nada pero pareció pensarlo, lo cual lo puso aún más nervioso.

Pero en lugar de hacer que se arrepienta, empujó a Chay hacia la puerta que daba a una enorme alacena.

Chay forcejeo con él por el arma, la cual se disparó y la bala dió en el piso. No sé oyó ya que tenía silenciador.

El sujeto empujó a Chay dentro de la alacena y la puerta fue trabada.

Chay gritó por ayuda pero ya era tarde, lo sabía debido a que el llanto de Pai se fue alejando.

Golpeó la puerta con fuerza. Empujó una y otra vez con el corazón acelerado bajo sus costillas, podía sentir el pulso en su cuello palpitante y la sangre recorrer sus venas; la puerta cedió, él cayó hacia afuera.

Vio en la dirección de la entrada y corrió detrás del tipo que salió chirriando las ruedas de la camioneta.

Chay solo podía pensar en su sobrino, en su hermano y el dolor que esto le causaría.

Dogs From Hell: Kimchay Donde viven las historias. Descúbrelo ahora