CAPITULO ONCE

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Vegas permaneció en silencio mientras el abogado de los Haruto, el señor Suparat intentaba comunicarse nuevamente con ellos.

Había llegado al hotel donde este se hospedaba y ahora le apuntaba con su arma. Estaba sentado frente a Prin con los ojos llenos de enojo. La rabia le corroía los pensamientos y nublaba su juicio.

-No contestan -dijo Prin con voz temblorosa -ninguno de los dos.

-¿Dónde cree que puedan estar?
¿Cree que lograron salir de mi isla? ¿o siguen aquí? -Vegas hizo una pregunta tras la otra pausadamente. La tranquilidad en la manera de hablar no era un reflejó de lo que sucedía en su interior y el abogado lo sabía, lo veía en su mirada.

-No, no lo sé señor Sumentikul -se apresuró a decir -en verdad. Me contrataron para la demanda por custodia. Les dije que no lograrían nada pero insistieron. Anoche les comuniqué lo que él juez había dicho cuando me reuni con él.

-¿Qué fue eso exactamente? -indago Vegas impaciente.

-El niño es cuidado, educado y se encuentra en un hogar amoroso, además que la mamá del pequeño dejó un testamento dónde dejaba estipulado quien debía criarlo si algo le sucedía a ella y a su esposo. Y no eran sus abuelos, de hecho hay una cláusula en el documento que dice que bajo ningún tipo de situación sus abuelos maternos debían tener la custodia.

-Si. Sabía de eso -Asintió Vegas
-me lo hizo saber nuestro abogado. Que por cierto es mi hermano mayor, Kinn, al que secuestraron a su hijo mientras el está en su luna de miel.

-Lo siento por eso, pero no tengo nada ver. Solo soy un abogado. Ellos nunca me dijeron nada de lo que iban hacer. Lo juro.

-Bien. Te creo, por ahora -Vegas juntos las manos con el arma sobre sus piernas, tenía una expresión de abstinencia, tal vez por no poder disparar su arma contra el hombre frente a él.

Pequeñas gotas de sudor caían por las sienes de Prin a pesar del frío en la habitación.

-Puedo llamarte de inmediato si se algo de ellos -ofreció el abogado al notar la indecisión de Vegas. Supo por su mirada que él estaba tratando decidir si lo dejaba con vida o no.

-Será mejor que lo hagas, o vendré por ti -Vegas se puso de pie, guardó su arma y salió de la habitación de hotel.

El abogado soltó un suspiró lleno de alivió a continuación tomó su valija y guardo su ropa, iba a salir de la isla esa misma noche en el último ferry.

Abrió la puerta de su cuarto solo diez minutos después. No llegó muy lejos, ahí apostado en su motocicleta se hallaba uno de los miembros del club.

-Creo que debería volver dentro señor Suparit -dijo Phaya con una sonrisa ladeada y la mano en el arma que ocultaba debajo de su chaleco
-Para mantener su salud, digo.

Él hombre tragó saliva y asintió. Giró y volvió al hotel.

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Kim sentía que con cada hora, con cada minuto que pasaba la desesperación se apoderaba de ellos.

Los hermanos del club estaban reunidos en la sede tratando de idear un plan para traer a Pai a casa.

Las voces sonaban en el gran salón de reuniones cuando las puertas se abrieron dando paso a kinn y Porsche.

Se notaba que Porsche había estado llorando, tenía los ojos rojos y las ojeras marcadas. El viaje de regreso debió ser torturante.

Kinn por otro lado tenía los ojos inyectados en sangre por la rabia y tanto Kim como Vegas lo entendían.

-¿Qué sabemos? -preguntó Kinn acercándose a todos.

Dogs From Hell: Kimchay Donde viven las historias. Descúbrelo ahora