25 de septiembre.
La primavera había llegado al Reino el calor se podía sentir desde muy temprano los edificios antes desnudos, ahora se puede ver cómo desde sus balcones cuelgan flores de distintos colores, los árboles resplandecen de sus interminables colores verdes mientras los parques cerca de los ríos sé llena de familias.
Marcus, avanza agotado por la estación de bomberos una larga noche llenos de llamadas, agotado y con mucho sueño, se deja caer en el largo sillón de su oficina.
— ¿Muchos llamados? — Reconoció enseguida la voz de Taro, quien entraba sin golpear la puerta.
—¡Taro!— Estaba feliz cuánto tiempo había pasado sin escuchar la voz de su amigo— ¿Cuándo llegaste?— Se sentaba correctamente para ver a su amigo.
—Ayer, fue una misión cansadora, pero tardamos menos de lo que pensamos— Hablo sentándose al lado de Marcus.
— ¿Y los gemelos?— Quiso saber
—Duermen en la casa de Haku, creo que dormirán dos días seguidos— Le sonreía recordando cómo roncaban antes de salir de la casa de Haku.
—Si no está apurado podríamos ir por un café.
Caminaron acordándose de sus aventuras cuando eran adolescentes y reían de cada recuerdo que compartían juntos hasta que Taro paro de golpe mirando la entrada de la cafetería donde se dirigían.
— ¿Desde cuándo nos juntamos para tomar café? Esto es insultante ¿Cuándo fue la ultimas vez que nos juntamos para beber una cerveza?— Miraba a Marcus sorprendido.
—Ven, te llevaré por una cerveza— Reía le gustaba pasar tiempo con su mejor amigo. —Esta primavera será calurosa— Reclamaba sintiendo el brazo de Taro en sus hombros, apurando el paso para que avanzaran a prisa al primer bar que encuentran.
No les costó dar con un bar donde se sentaron en la terraza mirando como era muy temprano para beber y muchos se apuraban a sus trabajos.
—Te acuerdas cuando Ryu rastreo a su primera víctima— Reía Taro.
—Oh, claro que me acuerdo— Río fuerte junto con Taro— Era un conejo, que se pasaba a la huerta de tu madre y comía sus vegetales, me acuerdo la cara de frustración de tu madre y Ryu... Y Ryu paso dos días sentado mirando por la ventana, recuerdo muy bien cuando levanto su nariz y olfateo el aire y camino hasta la huerta, lo volvió a olfatear.
—Recuerdo su rostro, la concentración en su máximo esplendor— Hablo Taro acercando la botella de cerveza a sus labios.
—Siguió al pobre conejo hasta su madriguera y lo atrapo sin ningún problema— Marcus le hizo un gesto al mesero para que trajera un par más de cervezas— Y cuando entro a la cabaña y le entrego el conejo a tu madre para que preparara estofado de conejo— Reía más fuerte haciendo que barios ojos curiosos los miraran.
—Desde ese día es su palto favorito, solo tenía cuatro años, Ryu tiene talento, nada se le escapa de pequeño, supo que quería ser rastreador— Dijo con sus ojos brillantes de orgullo— Y Koji
Solo escuchar el nombre del mayor de los gemelos, Kimura lo puso nervioso, se esforzaba por seguir lo que Taro iba a hablar.
—Y Koji— Hablo— Él también... ¿Cómo podía meterse en problemas tan rápido? Aún se me pone la piel de gallina cuando lo arrastraba la corriente del río donde nunca le dimos permiso para nadar.
Marcus lo recordaba bien podía sentir el calor de ese verano sobre su piel, recuerda los gritos desesperados de los hermanos Kimura corriendo por la orilla del río donde él corría juntos con ellos.
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Marcus y Koji
FantasyPara las personas a las qué le gustas las historias de fantasía románticas y llorar pero con un final feliz Este es el cuarto libro de la saga