La Primera parte de la historia trascurre antes de que Katashi conociera a Paris.
16 de marzo.Estaba feliz, recordaba perfectamente el último día en el que vio a su mejor amigo, Fue en el cumpleaños número 18 de los Gemelos Koji Y Ryu.Como lo extrañaba, conducía feliz al lado de su hermano Adolfus, hasta la cabaña que tantas veces ha visitado a los largos de los años, muchas fistas, demasiadas aventuras con los hermanos Kimura y a pesar de que pretense al Clan Mckean, se siente como estar en casa cada vez que visitan la escondida cabaña de los Kimura.
—Este año fue más largo el entrenamiento, no puedo creer que Taro se haya marchado con ellos por un año — Se asombraba Adolfus de la decisión de amigo.
—Bueno, nosotros tuvimos casi el mismo entrenamiento antes de poder postular a rastreadores, gracias al cielo nos gustó más ser bomberos— charlaba amenamente Marcus conduciendo el carro por el sendero antes de poder divisar la cabaña.
Es el otoño se alejaba y era las altas cadenas de montañas las que invierno se adelantaba para visitarlas dejando caer pequeños copos de nieve.
Se sacuden la poca nieve que les cayó encima antes de poder entrar en la cabaña cargando regalos para la fiesta de bienvenida y de cumpleaños de Koji y Ryu, sintieron el calor del interior de la cabaña de golpe por todo su cuerpo.
Todo era igual que antes se podía escuchar la voz de Daiki llamándolos para que supieran que habían llegado.
—¡Adolfus y Marcus ya están aquí!— Hablaba lo más fuerte que podía para que en cada rincón de la gran cabaña familiar lo pudieran escuchar.
No era necesario que les avisaran a los gemelos Kimura su agudo olfato, ya había reconocido sus aromas, haciéndolos salir apresurados de sus habitaciones junto a su padre.
—¿En qué momento crecieron tanto?— Adolfus se asombró de lo cambiado que estaban los gemelos.
Ya no tenía la cara de adolescentes, sus rasgos de su cara eran marcados como lo de su abuelo Riku, manteniendo los ajos almendrados de la familia Kimura, pero sus narices pequeña y respingada era la de su difunta madre, estaban casi tan alto como Taro y a simple vista se podía ver su figura marcada todo perfectamente proporcionado ya había dejado de ser pequeños cachorros, por unos jóvenes de figura trabajada y entrenada. Pero en el fondo seguían siendo inquietos, amables y risueños, consentidos de sus padres, tíos y abuelos.
—Creo que estos meses, en las montañas más profundas, han servido a que alcancemos estos hermosos músculos— Dijo Ryu subiendo la manga de su camiseta negra para mostrar sus brazos, dejándose abrazar como un niño por Adolfus y Marcus.
Marcus pudo ver sus erguidas orejas y su cola balanceándola suavemente, mientras el aroma de Koji a ron lo envolvía deliciosamente, pudo ver sus ojos brillantes juveniles acercándose con una agradable sonrisa, su estómago se llenó de un frío abrumador, como si se congelara con solo verlo, el frío paso a ser una electricidad que atormento su corazón y sus sentimientos ¿En qué momento del entrenamiento había dejado de ser un cachorro? ¿En qué momento se podía ver sus genes de alfa y licántropo tan marcado?
—Oh, Para mí no hay un abrazo de bienvenida— Protestaba dejándose abrazar por Adolfus que no dejaba de asombrarse por lo cambiado que estaban.
Marcus apena pudo abrazarlo, sintió como si su corazón intentara arrancar de su cabida torácica sintiendo el aroma adormecedor de Koji.
—¿Cómo estuvo el entrenamiento?— Intento apartase del abrazo de Koji y pregunto lo primero que se le vino a la cabeza.
—Padre, nos enseñó muchas cosas nuevamente, pero este año fue más intenso, aún me duele todo el cuerpo— Contesto dejando de abrazar a Marcus pero sin dejar de mirarlo— ¿Y tío Katashi?
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Marcus y Koji
FantasíaPara las personas a las qué le gustas las historias de fantasía románticas y llorar pero con un final feliz Este es el cuarto libro de la saga