07

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Omnisciente.

—Y nos abandonaron. —resopló Stiles mientras sacaba con cuidado un tablón de madera de la torre de Jenga. —No quieren que les ayude, pero tampoco quieren que los acompañe a los entrenamientos, como soy de cristal fino. —murmuraba enojado.

—Tranquilo, Stiles, sólo quieren que no te pase nada. —habló suave Paige, ahora en su turno de sacar otro más de la torre. —Mira, gracias a eso ahora podemos jugar un poco y charlar a solas. —le animó sacando la madera victoriosa para ponerlo hasta arriba del todo.

—No es que no me guste estar contigo, eres muy divertida, pero siempre me hacen lo mismo y todo porque soy humano. —se siguió quejando mientras el juego continuaba. —Y, cambiando de tema, ¿qué piensas sobre que yo soy la pareja de Derek del futuro?

—No te preocupes por eso. —dijo tranquila. —Derek y yo ya terminamos.

Y la torre se vino abajo con un descuidado movimiento de Stiles. —¿Qué?

—Si, él y yo lo decidimos hace unos días, se nota que él siente algo por ti, y la verdad yo lo quiero pero más como un amigo. —explicó juntando otra vez las piezas. —Ya me aburrí del Jenga, ¿Jugamos Monopoly?

Stiles la miró incrédulo. —¿No estás molesta conmigo ni planeas deshacerte de mí haciendo que parezca un accidente? Puedo decirte todas mis alergias y miedos si quieres hacerme sufrir. —habló nervioso.

—Claro que no, Stiles. —negó mirándolo decidida. —Eres muy apuesto, muy linda persona y muy inteligente. —enumeró tomando entre sus manos las pálidas del mencionado. —Sé que estoy dejando en buenas manos a Derek, lo de nosotros no iba a funcionar, sólo nos queríamos de manera amistosa.

Stiles se quedó pensando, aún con sus manos sobre las de Paige. —Muchas gracias, Paige. —agradeció separando sus manos lentamente.

—La que te debe las gracias soy yo, gracias a ti estoy aquí. —dijo mientras guardaba el Jenga en su caja. —Pero bueno, ¿Monopoly? —mostró la caja del juego de mesa entre sus manos.

El castaño asintió feliz, mas se vieron interrumpidos por unos golpes en la entrada de la casa de la chica. —Ahorita regreso, llegaron mis padres.

Se levantó, pero los golpes se intensificaron y se escuchó como derribaron la puerta. —Creo que no son tus papás. —susurró Stiles antes de escuchar como personas corrían dentro de la casa hasta llegar al cuarto donde estaban.

Todos estaban encapuchados, pero el castaño pudo distinguir en uno de ellos un frasco con acónito. Stiles se puso enfrente de Paige intentando protegerla.

—¿Quiénes son ustedes? Salgan de la casa de mi amiga. —ordenó molesto, ubicando un bate en la esquina del cuarto, para correr por él y ponerse a la defensiva. —Venga, fórmense bastardos, tengo para todos.

[...]

—Y golpeó como a tres de los siete que eran, de los cuatro que quedaron tres se le amontonaron a golpearlo mientras que otro me jaloneó para que no lo ayudara. —relató Paige mientras apretaba sus manos en puño. —Después me durmieron con un trapo y no supe de nada, hasta ahorita que llegaron ustedes... —finalizó sorbiendo la nariz mientras lloraba.

Cora la abrazaba mientras trataba de consolarla, por su parte Derek estaba perdido en si mismo.
Sentía que su corazón bombeaba sangre que hervía de la furia que estaba sintiendo en ese momento, sus ojos ámbar se iluminaban parpadeantes como si fuera un bombillo que está por fundirse.

—¿Quiénes serán los malditos que se lo llevaron? —preguntó Talia mientras miraba a su hijo atentamente.

—No lo sé, pero ahora mismo están disfrutando de sus últimos momentos de vida. —respondió Derek, luchando por no transformarse.

—Antes de llevárselo, Stiles me gritó algo. —volvió a hablar Paige. —Me dijo que eran los cazadores.

Peter que estaba sentando en el sillón se puso de pie. —Excelente, ahora ya no habrá incendio, ya se llevaron lo que querían. Bueno, vayamos a descansar. —espetó queriendo molestar a su sobrino, consiguiéndolo al ser azotado contra la pared con las manos del mismo estrangulando su cuello.

—¡Derek! No caigas en sus juegos, todos vamos a ir a buscar a Stiles. —tranquilizó la alfa. —Ese pobre muchacho sólo nos quería ayudar y no lo dejamos, es más para cuidarlo sólo lo dejamos vulnerable. —dijo con tristeza.

—Entonces vamos. —soltó a su tío mirando a toda la manada aún con sus ojos brillando parpadeantes.

—Tenemos que esperar. —pronunció recuperando el aire.

—¿Esperar a qué? ¿A qué lo maten? Yo no pienso dejar a Stiles ni un minuto más con esos imbéciles. —gruñó fuerte, a media transformación.

—Esperar a qué se pongan en contacto con nosotros, no lo vamos a encontrar por nuestra cuenta, el aroma de Stiles desapareció como si... —explicó Malia, siendo interrumpida por Derek.

—No lo digas, Stiles debe de estar bien. —gruñó lastimero.

O eso era lo que quería creer.

[...]

—Ugh... —se removió incómodo en una silla, aún con los ojos abiertos no veía nada, y a su vez se sentía muy mareado, como si algo no estuviera bien.

Movió sus manos, las cuales estaban amarradas estratégicamente en su espalda, frustrado empezó a retorcerse buscando liberarse, lastimándose con las cuerdas y sintiendo las recientes heridas por la golpiza que le habían dado hace algunas horas.

—Yo que tú no haría eso. —habló una voz algo cerca. —Podrías caer y partirte el cuello. —inmediatamente Stiles se detuvo. Escuchó como la persona subió unas escaleras que parecían estar cerca de él.

Sintió como la tela que cubría sus ojos era retirada. Estaba de cabeza amarrado a una silla, la cual estaba inútilmente amarrada, con una no muy gruesa cuerda, del techo.

—Qué quietecito, así me gustan. —finalmente miró al hombre, Chris Argent, el padre de Allison y en la actualidad el novio de Peter.

—Lo siento, los ancianos no son mi tipo. —se burló. —Qué bonito gesto el traerme aquí, hasta mandaste una escolta por mí. —dijo sarcástico el castaño. —¿Qué quieres de mí?

—De ti nada bueno, sólo tu muerte para debilitar al hijo de la alfa. —dijo con simpleza. —Y así poder atacar directamente a esos monstruos.

El de lunares, molesto, espetó. —Yo creo que los monstruos son otros.

Chris lo miró con odio para empujar la silla colgante, sintiendo como está se columpiaba por la frágil cuerda que la sostenía. —Aún en tu posición no dejas de parlotear, mocoso.

Bajó de las escaleras dejándolo moviéndose inconsistentemenete en el aire.

—Libérame y puedo decir qué ocurre contigo en el futuro. Sales ganando, esto que intentas hacer no funcionará, voy a evitar ese genocidio a como dé lugar. —habló con seguridad.

—No me interesan tus patrañas. —sonrió con chulería. —Y eso ya lo veremos.

Un viaje que lo arregla todo /SterekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora