El libro que se deshace

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Juan Pablo los observó durante un rato en silencio.

Detrás de él, Agoreo murmuraba:

—Sabíamos que iban a venir los dos, pero están un poco...¿un poco más perdidos de lo que esperaba? Esperaba que tuviesen una mínima idea de en qué se estaban metiendo...

Yo igual, pensó él, conteniendo un suspiro.

—A ver —Juan Pablo gesticuló para detenerlos—, déjenme ver si entendí: quieren que les enseñe lo que yo hago.

Manuel asintió sin dudar. Tenía los ojos brillantes y fijos en él. Si no fuese por lo alto que estaba, Juan Pablo pensaría que todavía tenía ocho años y correría por su apartamento queriendo saber qué era todo.

—¿Y qué es exactamente lo que creen que hago?

—Tirar cartas —murmuró Alex.

—¡Trabajar con una deidad! —replicó Manuel.

Juan Pablo se pasó una mano por la barba mientras pensaba en qué hacer con este par.

Son de esos, ¿verdad?

—Sí —Ya que había dirigido la pregunta a Agoreo, este no tardó en responderle, todavía muy cerca de él.

¿Crees que esto vaya a terminar bien? No quiero carajitos llorando encima...

—Va a salir bien —Agoreo hizo una pausa—, sólo no todavía. Después.

—Bien —Juan Pablo se cruzó de brazos—, vamos con lo básico: saber qué quieren aprender exactamente porque están hablando de cosas muy diferentes. Las deidades son parte de un sistema de creencias, en mi caso, tiene una base en el paganismo.

—Pensé que "pagano" era un insulto de la Iglesia a otra gente —susurró Alex.

—Sí, comenzó siendo algo que se usaba para menospreciar, perseguir y hasta atacar a la gente que no compartía las creencias de las religiones abrahámicas como el catolicismo, pero ya se usa para hablar muchas veces de un sistema de creencias con arquetipos de deidades...

Alex tenía el ceño fruncido y la boca entreabierta en una expresión de "no entiendo un carajo" que le recordaba a José Félix cuando tenía su edad. Manuel no paraba de asentir e incluso estaba tomando notas en un cuaderno diminuto que no sabía de dónde sacó con un lapicero púrpura.

—Digamos que la "deidad" en sí es "sólo" la forma que ha tomado esa energía. Se acerca a ti porque tiene algo similar a ti o algo que tú tendrás y te lo enseña. Es casi lo mismo del catolicismo de toda la vida, pero hacia otres dioses. Trabajar con el dios católico sigue siendo trabajar con una deidad, sólo que uno está bien visto a nivel social y el otro no, pero al final lo que importa es que estén a gusto con el tipo de creencias que están formando, y si alguien les dice algo para menospreciarlos, le meten un putazo para que respete las creencias ajenas.

—¡Abuelo! —Alex lo reprendió.

En cambio, Manuel estaba asintiendo.

—Bien. Putazos para toda persona que se meta con las creencias de la gente.

Alex le dio un golpe sin fuerza al otro chico y sacudió la cabeza. Juan Pablo estuvo tentado a dejarlos pelear, pero decidió que perdería demasiado tiempo y no llegaría a su primera consulta del día si comenzaban con esto, así que se aclaró la garganta con fuerza. Ambos volvieron a mirarlo.

—Como les decía, esa es la base del paganismo, junto con la idea de que todos los sistemas de creencias conviven sin que una religión sea más "real" que otra. Lo de las cartas ya depende cómo lo veas porque está muy asociado a la brujería pero puede ser parte del paganismo, son cosas diferentes, puedes ser pagano y no ser brujo o brujo y no ser pagano. En Venezuela hay brujería católica y espiritismo católico, por ejemplo. También son diferentes entre sí. ¿Ustedes dos qué quieren?

Manuel incluso alzó el brazo como si estuviesen en el colegio y no alrededor del medio muro de la cocina interrumpiendo la segunda taza de café de la tarde de Juan Pablo.

—¿Dónde entran los árcangeles en todo esto?

—Desde mi sistema de creencias, son guías. Algunos hacen de protectores. La mayoría de las personas tienen uno o dos o tienen guías similares.

—Pues yo quiero un árcangel —susurró Manuel— y tal vez un dios. Debe ser genial recibir mensajes de un dios.

Los dos observaron a Alex a la espera de su respuesta.

Él se encogió de hombros.

—Podría hablar con el que me saludó.

—Es un comienzo —indicó Agoreo. Ahora estaba parado en medio de ambos adolescentes, observándolos como si los examinase.

—Bueno, por algo se empieza —Juan Pablo suspiró, se resignó a la idea de que no podría acabarse la taza de café tranquilamente con ese par de miradas fijas sobre él y caminó hasta uno de los estantes de libros, del que sacó una montón de páginas lo suficiente envejecidas como para haber cambiado a un color amarillento y tener pedazos de escritura ya difuminados. Se los tendió y Manuel le dio un codazo sin fuerza para que Alex lo tomase—. Consigan sus propias copias de eso y me lo regresan. Es lo más básico que tengo.

—¿Copias a mano? —Manuel se horrorizó, y por la expresión concentrada que ponía, intentaba calcular un aproximado de la cantidad de páginas que tenía este "libro".

—Claro que no —Alex frunció el ceño—, vamos a sacar copias al frente y ya.

El follet emitió un sonido que le dejó en claro que no se había planteado una posibilidad tan poco "mágica" como esa.

Dicho esto, en realidad sí lo dejaron terminar de beberse el café tranquilo.

NaguaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora