Hablar

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—¡Oiga, moro!

Manuel recargó la espalda en el respaldar de su pupitre y suspiró.

¿De dónde habría sacado esa palabra?

El año anterior había usado algo mal pronunciado que sonaba a "Ala-Abar" para llamarlo. Él no contestaba. Antes de eso había utilizado una mezcla de "Aladdín" y "Alí Baba". O más bien, había asesinado el idioma de la familia de su madre para inventar un apodo absurdo y racista frente a un Manuel que lo miraba con el entrecejo arrugado y esperando que se callase.

Si innovara tanto con otras cosas como con sus apodos...

Lo peor es que el muchacho que se instaló en el pupitre frente a él con el pecho recargado en el respaldar ni siquiera era blanco. Blanco latino quizás. Era ese tipo de piel "blanca" que se veía clara allí pero que en Estados Unidos o Europa no aceptarían como "blanco". Incluso sus dos amigues tenían la piel más clara.

Cada vez que lo veía con esa expresión, había un "esa actitud no hará que la gente blanca te quiera más" en la cabeza de Manuel.

—Responda, moro, en español.

—¿Qué quiere el gilipollas?

—Eh, eh. Recuerde que ya lo mandaron a dirección por grosero dos veces...

—Sólo habla, Jhon, y deja de joder.

Jhon agitó las manos, sonriendo.

—Tenemos una pregunta, nada más —Abarcó a sus dos amigues con un gesto. Ella estaba asintiendo y él empezó a sonreír también—. Es que mire, recibí algo y me quedé pensando...

Él sacó el teléfono de su bolsillo y lo desbloqueó para mostrarle una foto.

La tomaron en medio de la calle en que estuvo el fin de semana, bajo la tela de arcoiris. Era un poco difícil notar que Manuel estaba ahí con un brazo alrededor de los hombros de Alex. Cuando Jhon deslizó el dedo por la pantalla, se encontró con una foto a la que debieron haberle hecho zoom y parecía que él estaba besando el rostro de Alex mientras este se reía.

—Qué lindas fotos —opinó Manuel, conteniendo la oleada de pánico inicial—, deberías pasármelas y contarme quién estaba también allí. Podría haberse acercado a hablarnos...

—No me hubiese acercado a usted nunca —respondió la chica que lo acompañaba—, ni siquiera sabía que iría a algo así. Jhon ya me había dicho "ese es marica", pero...—completó con un encogimiento de hombros.

—Usted todo el tiempo con maricas y no puede distinguir a uno —se burló el tercero.

—Si yo fuese homofóbico, no iría a ese tipo de eventos —mencionó Manuel.

—Yo soy aliada —replicó ella—. Todo el mundo sabe que las mujeres no somos homofóbicas.

Se nota, pensó, pero no pudo decir nada más porque Jhon insistió en agitar el teléfono frente a él.

—¿Entonces? —continuó—. ¿Es marica o no es marica?

Manuel recordó algo que le escuchó decir a Alex y arqueó las cejas.

—¿Por qué? ¿Estás interesado?

Justo cuando Jhon abrió la boca con una expresión que advertía que iba a gritarle algo, otro compañero más alto que acababa de volver al aula se paró detrás de él y le dio un golpe en la cabeza con un cuaderno.

—Dame mi puesto, Jhon. Lo contaminas.

—Ay, chino, no sea usted tan malo, estamos hablando aquí con el amigo marica...

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