El cofre de los tesoros

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Manuel estaba tarareando una canción cuya letra realmente no recordaba que oía su madre cuando él era pequeño mientras se cambiaba. No tardó en oír unos susurros.

—¿Crees que tiene novia? ¿Por eso se bañó un domingo?

—Yo creo que más bien tiene novio.

—¿De su salón?

—Nah. Debe ser Alex.

Él caminó hacia la puerta, la cerró en la cara de las gemelas y terminó de vestirse. Podía escuchar sus vocecitas detrás de la puerta de todos modos, pero no le importaba.

Antes de que saliese, Zoa volvió a abrir y habló rápido cuando vio que Manuel agarraba una almohada, listo para lanzársela.

—Papá llamó y preguntó si ya habíamos comido y le dije que sí y dijo que dejó unos pesos para helado y que te podíamos pedir que nos compraras y preguntó si recargaste la protésis y dijo que te acuerdes de que mamá no viene hasta las cuatro y que podemos estar con el señor Juan Pablo si tú vas a estar dándole besos a tu novia o novio o lo que sea que tengas...

—Yo creo que también existen "novies" —mencionó Laila, asomándose por un costado de su hermana.

—Pues besos a tu novie también —Zoa se encogió de hombros con una actitud que decía "a mí lo que me importa es que nos compres helado".

Manuel continuaba maldiciendo mentalmente mientras salía del apartamento con una de las niñas a cada lado. Fue a comprarles los helados y caminó de regreso, pensando en si tendría que dejar que Alex fuese solo.

No le preocupaban las niñas con respecto a Brayan. Le preocupaba Brayan. Y su apartamento. Y cualquier cosa que pudiese llamarles la atención allí.

En el patio, Alex ya se balanceaba sobre los pies, incapaz de esperar por más tiempo. Juan Pablo señaló a Manuel cuando se acercaba y él adoptó una expresión de disculpa en cuanto el otro lo observó. Esperaba que toda su cara dijera un "es que soy el mayor y están chiquitas".

—Creo que mejor no entraré por...

—¿Cómo que no? Brayan ya dijo que hasta buscaría algo para ti —Juan Pablo gesticuló hacia las niñas—. Ya tu mamá dijo ayer que podían venir, no pueden ser peor que mi hijo cuando estaba pequeño.

Se nota que usted casi no las ha cuidado, pensó Manuel con resignación.

Cuando Brayan abrió la puerta, pasó la mirada por cada une y soltó un:

—Se multiplicaron.

Manuel ya estaba por disculparse cuando Brayan les preguntó a las gemelas si les gustaban las muñecas y les mostró una estantería con un grupo de muñecas con ropa muy elegante y pelucas de diferentes colores y texturas.

—¿Son...? —Alex observó con atención a las muñecas que las gemelas agarraron.

—Son miniaturas mías —Brayan se encogió de hombros—. Tengo una especie de "fan" que es dueño de un negocio de juguetes, y cada vez que mi outfit le encanta, hace una muñeca a partir de su memoria de esa presentación y me la da en la siguiente.

—Tiene buena memoria —opinó Juan Pablo, que había recibido una muñeca que Laila quería que viese. No era un diseño realista en cuanto a proporciones, pero incluso tenía detalles en la ropa, maquillaje y cabello.

—Me presta mucha atención, supongo —Brayan se encogió de hombros e hizo que el resto entrase, ya que sólo las niñas corrían por el apartamento.

El señor Juan Pablo les indicó que siguiesen a Brayan mientras él se quedaba viendo las muñecas por un poco más de tiempo, ya que las gemelas le estaban preguntando algo sobre los vestidos y peinados. Alex asintió y se apresuró a avanzar. Manuel iba de último.

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