La casa odiada

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Alex estuvo fuera esa misma noche. Todas sus pertenencias cabían en una maleta pequeña y un morral. Juan Pablo le dijo que no se preocupase por la ropa. Había estado tecleando algo en el teléfono mientras Daniela y él recogían.

Daniela lo abrazó con mucha fuerza y le dijo que iba a intentar agarrar el teléfono de Paula para escribirle. Él prometió estar pendiente para responder.

Años más tarde, Alex llamaría a esa salida como "el desfile del odio".

Desde que puso un pie fuera del cuarto hasta que se encontró en la acera, tanto sus adres como su hermana mayor se dedicaron a hacer todo tipo de comentarios. Cada uno fue peor que el anterior.

Juan Pablo le dijo que siguiese caminando y les ignorase y sólo intervino cuando la madre de Alex le dio un jalón a uno de sus brazos. Él agarró la muñeca de la mujer y ordenó con una voz muy fría que lo soltase. Ella lo hizo y retrocedió.

Tuvieron que ir al terminal de autobuses y esperar durante un par de horas. Juan Pablo le compró algo para cenar y se subieron casi a las nueve de la noche.

Alex cayó dormido de inmediato. No despertó ni siquiera para la parada. Tenía unos audífonos que seguían reproduciendo una lista de rock, la misma que escuchaba cuando subió al bus, al abrir los ojos por las sacudidas que le daba el hombre mayor.

—Llegamos —le decía Juan Pablo.

Un adormilado Alex bajó detrás de su abuelo. Siguió todo el protocolo sin entender demasiado, recibió sus pertenencias de vuelta y continuó caminando detrás de él. Incluso se metió a un baño de hombres y salió sin haberse percatado al momento de que era la primera vez que lo usaba.

Cuando lo notó, se lo comentó como si hubiese sido una especie de logro y él sólo le revolvió el cabello.

Vagaron por un rato, desayunaron en un puesto venezolano que hizo que Alex gritase por la posibilidad de comer unas arepas de las que le gustaban y tuvieron que descansar un rato en una banca porque Alex tal vez comió más de lo que su cuerpo le permitía.

—Necesito ir a buscar algunas cosas para ti —le indicó Juan Pablo, mirando a les transeúntes que pasaban por el paso peatonal frente al banco que ocupaban ambos—. Ya pedí un favor y debería estar bien cuando lleguemos. ¿Necesitas algo aparte de ropa?

Alex lo sopesó.

—Creo que no...

—Ahí veremos cuando estemos comprando. ¿Ya te puedes mover sin riesgo de vómito?

Alex pidió unos minutos más, intentando no reírse.

Fue el mejor día de compras que había tenido hasta el momento

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Fue el mejor día de compras que había tenido hasta el momento. Como empezaron temprano, no encontraron a muchas personas y Juan Pablo le dejaba vagar a gusto por la sección de ropa de "hombres" y la de "mujeres". Podía escoger para probarse tras consultarle si estaba bien con el precio y el otro no tenía ninguna queja cuando Alex salía del probador con una camisa de flores o de Spiderman.

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