18. Discusión

95 11 8
                                    

Cuando Finnick regresó de la casa de Annie, lo mire con una mezcla de enfado y tristeza. Sin poder contenerme, estalle en una discusión con él.

—¿Cómo pudiste dejarme así, Finnick? Este era nuestro momento, el único momento que habíamos tenido juntos en meses, y tú lo abandonaste por Annie —mi voz estaba temblorosa y entrecortada.

Todo gracias al enojo y la tristeza inexplicable.

—Salacia, Annie estaba asustada, necesitaba mi ayuda. No podía ignorar su sufrimiento —trato de explicarse.

—Lo entiendo, pero ¿y yo? ¿Acaso no merezco tu atención? Después de tanto tiempo esperando este momento, siento que no importo en absoluto —las lágrimas se acumulaban en mis ojos.

—Lo siento, no fue mi intención herirte. Pero Annie es parte de nuestra familia, y no podía dejarla sola en un momento así.

Sus ojos me suplicaban compresión y su voz había empezado a entecortarse.

—Lo entiendo, Finnick, pero ¿no merezco ni siquiera un momento a solas contigo? Me siento relegada, como si no fueras capaz de priorizarme.

Soltó un bufido seguido de una estúpida carcajada sin diversión, odiaba su risa irónica, me recordaba a la fachada que tenía en el Capitolio.

—¿Priorizar qué? ¿Los besos casuales que nos damos cuando estas de humor? ¿El sexo que teníamos por obligación? ¿Priorizar tu necesidad de tener una relación sin compromiso? —dijo con una sonrisa irónica—. ¡Perdón por sentirme usado de vez en cuando!

Solte un suspiro de sorpresa, esperaba todo menos esto.

Si él no era capaz de entender que quería estar cerca de él pero que al mismo tiempo no quería tener ninguna clase de relación con nadie, entonces, ¿era él la persona correcta?

Deje que las lágrimas salieran de mis ojos, tan rápido que llegue a pensar que inundaría la sala de mi hogar.

Al verme así, pareció arrepentirse de inmediato. Trato de acercarse para abrazarme pero retrocedí.

—No te atrevas a acercarte a mí —levante un dedo amenazante en su dirección.

Se detuvo de inmediato.

—Si eso es lo que piensas, ¿por qué no me lo dijiste? —le pregunte con desconcierto.

Trataba de regular mi voz para que sonará fuerte y clara, pero ya había fallado varias veces gracias al llanto.

—No, no pienso eso... perdóname, es que no puedo entender como puedes tener tan poca comprensión hacia Annie —se lamentó.

—¿Y por que no me comprendes a mí también?

—¡Ella es inestable, Salacia! —dijo con tono desesperado.

Me reí como desquiciada.

—¡¿Y es que acaso yo no lo soy?! —alce la voz—. ¿Por qué te importa tanto ella?

—Me preocupan las dos por igual, Salacia.

Entorno los ojos.

—Ambos sabemos que eso no es cierto —murmure antes de dejarlo solo en la sala.

Subí las escaleras dirigiéndome al baño para darme una ducha, no tenía ánimos ni energía para seguir en esta estúpida discusión que no tendría final. Él siempre se iba a negar a que le importaba más Annie que yo, y yo estaría tratando de que fuera sincero.

Pero no estaba del todo segura de lo que era verdad o no, quizás Annie si era más inestable que yo pero eso no quitaba que necesitaba a Finnick. Lo extrañaba, y en el único momento que tuvimos a solas después de unos meses, ella lo interrumpía. No era su culpa, pero Finnick siempre estaría más al pendiente de ella que de los pocos momentos que pasábamos juntos.

Más Allá del Juego | Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora