Las voces a mi alrededor se intensificaban, no podía moverme ni abrir los ojos, pero aún así escuchaba a las personas hablando a mi lado. Mi madre gritaba preocupada, mi padre intentaba calmarla y Silvano y Finnick discutían algo que no lograba entender del todo.
—Déjame ver si entendí, en la inyección que le enviaste además de tener el antídoto contra el veneno, ¿también alteraba sus recuerdos? —Silvano pregunto, estaba enojado.
Finnick tardo un momento en responder.
—No, el antídoto quitaba los síntomas corporales, pero no quitaba las alucinaciones que le provocaba el veneno —explicó Finnick.
No entendía ni una palabra de las que decían, solo las escuchaba, pero mi cerebro no era capaz de comprender absolutamente nada.
—Entonces se supone que ella no recuerda que paso con los tributos —dijo un tanto confundido mi padre.
—Exacto, cuando despierte hay que explicarle lo más calmadamente posible para que no se altere —confirmo Finnick.
Mi madre bufó.
—Es imposible que no se altere, cuando vea la repetición de sus juegos se volverá loca. Ni siquiera yo lo soporte —murmuró Silvano.
¿Qué había pasado en la Arena? Yo lo recordaba todo, mis juegos no habían sido sangrientos ni mucho menos, quizá habían sido los juegos más aburridos en la década.
Las muertes de los tributos del 9, las muertes de los profesionales, el muto, Seth.
Seth...
Mi pecho se encogió cuando lo recordé, quería llorar, gritar, lo que fuera para poder librarme de ese sentimiento.
El pequeño niño estaba muerto, murió junto a mi y por mi culpa y no pude hacer nada para salvarlo y sacarlo de ese lugar. Él había confiado en mí y yo lo asesiné, y nunca supo que yo fui la culpable de su dolor.
—Está llorando...—susurró mi mamá.
Rápidamente sentí como sus manos acariciaban mis mejillas, limpiando las lágrimas que no paraban de salir.
—Murió por mi culpa —dije con demasiado esfuerzo. Sentía mi rostro paralizado, mis labios apenas podían moverse.
—Quita la morflina —pidió Silvano.
Unas suaves manos se posaron en mi brazo derecho, quitando lo que parecía ser una intravenosa.
Seth...
Había prometido cuidarlo, pero lo envenene sin querer y ahora él no volvería a ver a su familia. No podría darse cuenta de que si había personas que lo amaban fuera de ese lugar en el que estábamos.
Cuando por fin pude abrir los ojos y mover mi cara con normalidad, todos me estaban mirando con preocupación.
—Prometí que lo despertaría, me fui sin despertarlo —mi voz se escuchaba rasposa—. Debo volver para despertarlo, se quedó dormido...
—Mi niña... él esta bien, dormido no siente nada —mi papá se acerco y dio un suave beso en mi cabello.
Llore con más fuerza, Seth dormiría para siempre.
Pase horas llorando, cuando dejaba de llorar solo miraba el techo y empezaba a llorar de nuevo. Mis padres no dejaron que me pusieran un calmante de nuevo, tenía que recuperarme por mí misma. En algún momento dejaría de llorar y no porque yo quisiera, sino porque mis lágrimas se acabarían.
—Tenemos que hablar —Finnick habló por primera vez.
Todos se miraron entre sí, como poniéndose de acuerdo en quien hablaría primero.
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Más Allá del Juego | Finnick Odair
Fiksi Penggemar⤕Los Marryat/Gray son los apellidos de una familia de vencedores del distrito 8, que los convierte en unas de las personas más poderosas de Panem, ganándose así el cariño del Capitolio y del presidente Snow. Pero, todo cambia cuando Salacia nace por...