Jimin suspiró tan pronto sintió el auto que le transportaba, detenerse. Movió sus claros orbes y miró a través de la polarizada ventana a su derecha. Fuera y sobre su diminuta y real persona se alzaba la Casa Real, luciendo como siempre, imponente y colosal.
Su chófer le abrió la puerta y tras volver a suspirar, más hondo que la primera vez, salió del vehículo con una practicada y casi natural gracia. Le asintió como agradeció, y en respuesta, el hombre mayor realizó una profunda reverencia.
«Bien. No estés nervioso, andando».
Sin más demoras, se dirigió hacia la descomunal mansión y tras llamar y su nombre pronunciar, las puertas se abrieron con inmediatez, un criado que no conocía le miraba impasible y tras una profunda reverencia, se apartó. Dándole acceso.
Escasamente observó el interior o su alrededor, ya lo conocía. No era su primera vez en tan abrumante recinto. Casi todo allí era antiguo y valioso: los jarrones, los muebles y algún que otro artículo decorativo. Ciertos cuadros también. Todo, literalmente todo gritaba elegancia, exquisitez económica y peculiar pero atractiva visualidad.
Jimin no dejaba de asombrarse ante ello, su familia era poderosa también y claramente tenían dinero y adquisiciones valiosas pero, los reyes de Seúl y su mansión exudaban poder y riqueza. Era ciertamente agobiante algunas veces.
Meneó su cabeza con ligereza y cuando llegó a la amplia sala principal, el sirviente más antiguo de los reyes, le recibió como le sonrió tras realizar una venia ligeramente profunda.
—Príncipe, es agradable verle —pronunció con suave cortesía, ladeando su rostro—. ¿Está aquí por la princesa Hwasa?
Jimin negó—. Vengo a ver a su alteza, Jungkook.
Y el hombre, probablemente entrado en sus cuarentas, abrió sus ojos con sutileza. Asombrado.
Park rió para sus adentros, divertido. Él comprendía el reaccionar del hombre. Vamos, hacía tiempo que sus visitas a la Casa Real habían dejado de ser para ver al futuro monarca y pasaron a ser para visitar a su hermana menor.
Ya sea por su iniciativa propia o porque la contraria lo invitaba a conversar y perder el rato cuando ninguno estaba llevando a cabo sus respectivas obligaciones. El trato entre ambos era bueno y podría decirse, aseverarse con total confianza que eran buenos amigos.
La joven princesa era amable y risueña. Además, siempre que había ido para ver e intentar crear algún lazo ameno o cordial con su hermano mayor, fallando miserablemente en ello, Hwasa iba hacia él y le daba un verdadera y relajada charla. Distrayendo su mente como animándolo.
Si aún volvía a tan abrumadora residencia, era por ella.
—Su alteza se encuentra en su estudio, trabajando —informó cuando su estupor pasó.
Jimin asintió y ladeó su rostro—. ¿Está él ocupado?
—No lleva mucho allí —dijo el hombre elegantemente vestido—, y tampoco tenía muchos papeles en mano.
El bajo príncipe asintió y agradeció, pasó junto al cortés sirviente y tras dar varios pasos, se detuvo. «Mierda», pensó al torcer sus labios en una mueca.
«¿Dónde se supone qué su estudio queda?».
—John...
—Lo guío. No es molestia —dijo el aludido, una vez los avergonzados ojos de Park estuvieron sobre los suyos—. Venga conmigo, por favor.
Silenciosamente le siguió. Anduvieron por un largo, realmente largo pasillo. Topándose con algunos que otros empleados, no fueron más de cinco o seis, todos cordiales pero apurados en su andar.
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real engagement 𐙚 kookmin.
RomanceJimin tenía modales destacables, ignorando su título real. Él naturalmente era un chico cordial y educado, amable y algo risueño. Más no perfecto. El joven príncipe tenía muchas faltas a pulir, su impulsividad por ejemplo, su pequeño mal genio, su a...