Jimin se encontraba almorzando con sus padres cuando la noticia fue dada. Eran poco más de las once, próximas a ser las doce. Un clima frío pero no invernal, la radio encendida en una emisora que su padre gustaba de escuchar cuando no había mucho que comentar en la mesa.
La ambientación era cómoda y silenciosa. Y cuando ellos asimilaron las palabras pronunciadas por la persona al otro lado, sus acciones se detuvieron consecutivamente.
Hwasa había sido apresada.
Los juicios de la rubia habían comenzado a principio de diciembre, cuando muchos suponían que esto nunca sucedería. Los reyes en serio estaban trabajando duro en su exoneración. Pero no alcanzó. Después de todo, la princesa no había dañado el césped de un parque o estacionado mal su inexistente auto. No. Los cargos de la princesa, eran severos.
Incluso, hasta hace cinco días. Los medios estaban debatiendo qué tan contundente sería la sentencia que la joven rubia de tan sólo veinticuatro años, recibiría. Muchos de ellos, profesando no estar seguros de que reciba una pena mayor a dos años. Al final del día, era una aristócrata. Lo que al parecer, se concebía como intocable.
Y vamos, los jurados y las sentencias en su país, no eran lo que muchos pudieran calificar como firmes. Aún menos con "personas de poder". Por lo que Jimin comprendía sus opiniones y dichos.
Pero hoy, dos semanas después, Jeon Hwasa recibió su sentencia. Y no importó cuántas personas hubieran supuesto o conjeturado los años o meses, incluso las cifras que ésta debería pagar en su multa. Nadie atinó.
Cuatro años más diez meses de servicio comunitario, fue la sentencia que un juez dictaminó como justa para los actos y acciones llevadas acabo por la princesa de la nación.
—¿Estás bien?
Parpadeando varias veces, Jimin miró en dirección de su madre. Su ceño arrugándose por la confusión de la pregunta.
—Lo estoy.
—¿Seguro?
—Por supuesto —pronunció con mayor claridad en su tono y firmeza en sus palabras.
Su madre se mostró convencida y asintió, continuando con su almuerzo.
—Es una pena —murmuró su padre, meneando su cabeza unos segundos—. Parecía el retrato vivido de una buena princesa.
—Principalmente sus modales —concordó la mujer.
—Me compadezco de los reyes.
Jihye dejó sus cubiertos para mirar a su consorte—. No lo digas de esa forma.
Notando su error, el hombre se disculpó. Jimin se desentendió de su conversación, perdiendo el apetito bajó sus cubiertos y bebió agua, buscando aligerar la tensión que se cernía entorno a sus entrañas con fervor insoportable.
«¿Cómo estará Jungkook?». Se preguntó cuando la tensión se entremezcló con la preocupación. Nerviosamente comenzó a mordisquear el interior de su mejilla.
La situación, desde que se descubrió hasta el momento actual, había sido una bola de nieve que en ningún momento dejó de crecer. Incluso cuando se mantuvo quieta y su alrededor sereno. Incluso ahí, estuvo creciendo.
Y Jimin sabía que bajo presión, Jungkook podía mantener un funcionamiento óptimo. Pero cuando a la presión se le agregaba eventos que no podía controlar, situaciones que no le correspondían atender y decisiones que no podía negar o cambiar. Se tornaba inestable y su humor decaía considerablemente. Volviéndose alguien de nervios sensibles.
Por lo que, inevitablemente él estaba preocupado. Preguntándose qué tan bien lo estaría haciendo en ese momento.
Jungkook había mejorado, desde su perspectiva así era. El hombre no compartía demasiado, pero tampoco mantenía todo para sí mismo. Las expresiones cansadas en su rostro desaparecían lentamente y su sueño estaba ahora más establecido. Seguía teniendo algunas complicaciones para mantener una alimentación apropiada, pero en grandes aspectos, había dado más pasos.
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real engagement 𐙚 kookmin.
RomanceJimin tenía modales destacables, ignorando su título real. Él naturalmente era un chico cordial y educado, amable y algo risueño. Más no perfecto. El joven príncipe tenía muchas faltas a pulir, su impulsividad por ejemplo, su pequeño mal genio, su a...