Desinteresado del escenario que la ventana de su auto le mostraba sin muchas alteraciones, sus dedos repiquetearon sobre su muslo derecho. Manteniendo un ritmo suave y, ciertamente vago.
Suspiró y evitando bostezar, viró su rostro hacia la izquierda. Enfocándose en su prometido quien, a pesar de conocer el paisaje tras del cristal, casi tan bien como él, lucía sinceramente emocionado. Y tal vez, eso tenía que ver con a quién visitarían.
Ladeando su rostro, lo observó mejor. Aunque no había mucho que poder mirar, apenas y una parte. El silencio era placentero y a pesar de eso, quería arruinarlo para platicar con el hombre más joven.
Le gustaba su voz, no tenía un porqué y tampoco era necesario uno.
—¿Qué estás tomando?
Jimin se sobresaltó y rápidamente, volteó a verlo. Ojos abiertos en una exclamación silenciosa de sorpresa y sus labios cerrados entorno a la pajilla de acero de su desconocida bebida de tonalidad oscura. Inconscientemente y ante la imagen, sonrió. Muy suave y fugaz.
—Iced americano.
—¿Qué es eso?
Negándose a esclarecer su duda, el príncipe le sonrió y de buena gana, le acercó su vaso. Esperando por que le diera una probada y por su propia cuenta, averiguara de qué iba. Y lo hizo. Únicamente cuando se percató de un par de miradas que deberían de estar fijas en otro lugar, es que sus ojos se movieron del rostro sonriente de su prometido y se enfocaron en el espejo retrovisor de su auto, dando con los ojos curiosos y significativos de su amigo y su conductor nipón. En respuesta a esto, enarcó una ceja. Inmediatamente, las miradas volvieron a estar en el frente y en donde debían: el camino.
Cuando sus ojos volvieron a enfocarse en la mirada cargada de expectación de su prometido, su ceño se distorsionó. Tragando el líquido extremadamente frío y oscuro, se apartó. Degustando a la fuerza, el sabor que había quedado en su paladar.
—No me gusta.
Riéndose de su expresión, Jimin se llevó la pajilla a sus labios y dio un sorbo antes de hablar.
—Puedo notarlo —aseguró con un corto asentimiento—. Es porque bebes mucho café, tu sentido del gusto está muerto.
—Simplemente no es de mi agrado —replicó al voltear sus ojos ante el comentario bromista recibido—. No sabe mal, pero es extraño.
—Deberías beberlo más seguido, puede terminar gustándote.
—Estoy bien con mi café, gracias.
La velocidad del vehículo se ralentizó y sintiéndose interesado por ver si habían llegado, giró su rostro. Percatándose del enorme edificio que se alzaba sobre ellos a unos pocos metros. Al fin, arribaron a Daegu, y más específicamente, a la casa del rey Jongdae.
Había sido complejo llegar, el tráfico era un desastre y los periodistas asediando los límites de su casa, hicieron de su salida un tanto problemática.
Y él comprendía, de alguna forma peculiar, que quisieran saber su opinión con respecto a la situación escandalosa de su hermana. Después de todo, eran personas públicas y ante semejante hecho, su palabra era gasolina para que los medios amarillistas tuvieran qué comentar en su transmisión.
Además, hasta el momento, era el único que había mantenido sus palabras para sí mismo. Limitándose a suspirar y pasar de todo tipo de periodistas e inquisiciones. La primera semana estuvo bien, no fue realmente complicado. Al inicio de la segunda, todo parecía comenzar a normalizarse de alguna manera espectacular. Pero cuando se cumplió un mes, hace poco más de tres días, y se dieron a conocer los juicios que Hwasa enfrentaría por posesión y consumo de sustancias ilegales, sumado a los cargos, de haber visitado burdeles y pagado por los servicios de estos. Todo volvió a explotar.
ESTÁS LEYENDO
real engagement 𐙚 kookmin.
RomanceJimin tenía modales destacables, ignorando su título real. Él naturalmente era un chico cordial y educado, amable y algo risueño. Más no perfecto. El joven príncipe tenía muchas faltas a pulir, su impulsividad por ejemplo, su pequeño mal genio, su a...