Punto de quiebre

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—¿Te encuentras bien?

Jungkook levantó su mirada hacia la castaña mujer y ladeó su cabeza, no comprendiendo su sencilla pregunta.

—Lo estoy. ¿Por qué?

La señora Seo ocupó su asiento de siempre y apuntó a su rostro—. Te ves pálido, ¿seguro que estás bien?

No tenía cómo comprobar las palabras de la mujer, porque él recordaba que, tan pronto se despertó y aseó su rostro en general, se veía bien. Igual que siempre de hecho.

—Todo bien —repitió con su usual monotonía. Asintiendo para demostrar mayor convicción, aunque no fuera necesaria.

—De acuerdo —musitó al coger su bolígrafo dándole una segunda mirada, mucho más prolongada que la anterior—. Entonces empecemos con algo fácil, ¿has desayunado?

—Sí.

—Bien, eso es bueno. Ahora, ¿cómo te has estado alimentado estos días sin vernos?

—¿Normal?

Su tono de voz sufrió de una inflexión leve pero notoria, al igual que sus palabras dudaron a la hora de deslizarse fuera de su boca. La mujer enarcó una ceja, notándolo.

—¿A qué sentido de "normal" te refieres? —inquirió al ladear su rostro—. Al tuyo, el cual equivale a saltarte un par de comidas por trabajo. O al sentido razonable de la palabra.

—Creo que la expresión: "al sentido razonable", es discutible.

La profesional sonrió por un segundo, contenta con su comentario inteligente, quizá. Para luego observar su libreta y anotar algo en ella, volviendo a verle con una seriedad suave y amable poco después.

—¿Eso es una evasiva?

Jungkook rodó sus ojos—. No, un simple comentario —murmuró en un bufido—. Ceno más a menudo, respondiendo a su pregunta. Y Namjoon insiste en traerme sándwiches de vez en cuando para que almuerce.

—Cuatro comidas al día —murmuró al percatarse de ello, sonriendo con mayor color y amplitud—. Excelente, esto es impresionante de hecho.

Jungkook asintió y prefirió mantener para sí el hecho de que, algunos sándwiches que Namjoon le traía, no terminaban precisamente en su estómago sino en el refrigerador de su casa. Guardados en los confines diminutos y fríos de aquella rectangular maquina porque su apetito a veces no era el suficiente o necesario como para dar siquiera un mordisco.

Habían ocasiones en las que gozaba de cuatro comidas al día y otras en las que no. Tecnicismos.

—¿Tu horario de sueño sigue siendo de seis horas?

Sorprendentemente, asintió.

Si bien su trabajo seguía siendo interminable y un apasionado por consumirlo. Su cuerpo y él mismo se habían adaptado a su nueva rutina de sueño, costó. Pero al final sucedió. Su reticencia se perdió e inconscientemente terminó yéndose a dormir a las doce en punto. Ni un minuto antes ni un minuto después. Morfeo no parecía descontento con ello y se cernía a su alrededor sin dificultades. Brindándole sueños plácidos, a veces y cuando parecía estar de buen humor. Y cuando no, sus sueños eran malos y una pesadilla con todas las letras.

Pero no tenía muchas quejas al respecto, pocas siendo sincero.

Se iba a dormir a las doce y se levantaba a las seis. Una rutina a la que, y para su sorpresa, se había acostumbrado.

—En efecto, lo sigue siendo.

—¿Cómo te está haciendo sentir?

—La fatiga sigue estando, no creo que desaparezca pronto. Suponiendo que lo hará —fue el primer pensamiento que llegó a su mente. La mujer asintió y lo observó, expectante de que dijera más—. Mis ojeras siguen estando, creo que son evidentes —intentó ¿bromear?, no estaba seguro pero aún así obtuvo una sonrisa de su contraparte—. Mi cuerpo se siente más ligero, pero no demasiado.

real engagement 𐙚 kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora