Dimples ➳ Lay

016.

— No puedo creer que te tenga enfrente.

Yixing soltó un suspiro acompañado de una sonrisa.

— No sé que decir.

— ¿Sabes cuánto esperé este momento? Más que nada.

— ¿En serio?— Yixing soltó una risita.

— Jamás pensaría que serias el chico serio del salón, ¿por qué no le hablas a nadie, eh?

— Claro que le hablo a gente, Jongdae y Chanyeol por ejemplo.

— ¡¿Qué?!

— Así es, Minhee.— Asintió.— Les pedí que me guardaran el secreto.

— ¿Lo sabían?

— Claro que sí.

— Me las van a pagar.— Susurró.— ¿Vives solo?— Cambió de tema.

— Así es, aunque mi madre viene cada dos semanas desde China.

— Oh... eso es genial.

Minhee sonreía, no podía dejar de hacerlo, Yixing tampoco. No había casi nada de charla, pero con el hecho de estar juntos y que ahora Minhee supiera de él, con eso bastaba para estar inmensamente felices.

— Vamos, tengo que llevarte a casa.

— ¿Lo harás?— Yixing asintió, tomó los platos y los dejó en el fregadero.

— Vámonos.

Se pusieron los zapatos y salieron del edificio donde vivía Yixing. El auto del chico estaba en el estacionamiento de enfrente. Subieron y partieron marcha al hogar de Minhee.

La música era tranquila, Minhee no podía dejar de echarle miradas a él. Observaba como conducía, con una sola mano y con la otra golpeteaba su muslo con el ritmo de la música. Minhee sonrió, tomó su mano libre y entrelazó sus dedos con los de él.

— Así está mejor.

Yixing despegó la mirada de la carretera para mirarla, sólo sonrió y asintió levemente mientras volvía su vista al frente.

El camino, lamentablemente fue corto para ambos. Ya estaban afuera del edificio de Minhee, pero ella no quería irse.

— Te veo el lunes, Minhee.

La chica asintió y abrió la puerta, sacó un pie y soltó lentamente la mano de él.

— Un gusto haberte conocido, Zhang Yixing.

Yixing sonrió y Minhee capturó esa sonrisa con un beso.

Bajó del coche y entró al edificio, subió hasta su apartamento y abrió con las llaves.

— ¡Ya llegué!

Gritó desde la entrada y fue corriendo a su habitación. Cerró la puerta y se recargó en ella, tocó sus labios, aún mantenía esa sonrisa de enamorada, entonces cayó en cuenta de lo que hizo.

— Diablos... ¿qué hice?

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