veintiocho: memorias de otra realidad

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La Academia,
Febrero, 2019.

Yeosang había discutido nuevamente con su madre. A ese punto ya era casi costumbre, pero la cotidianidad de ello no significaba que no le afectase. Su madre era cruel, siempre le hablaba con una rabia contenida que nunca había comprendido.

Cuando era aún un infante, siempre lo dejaba al cuidado de niñeras. Había buenas y había malas, pero a su madre no le importaba cuando un pequeño Yeosang llegaba con las mejillas húmedas de lagrimas a decirle que una de las señoras le había gritado. Tampoco hizo algo cuando su marido le reclamó por los hematomas que Yeosang tenía en los brazos por lo descuidadas que eran las nanas cuando lo cambiaban.

Eventualmente todo mejoró cuando había conocido a Wooyoung y pasaba más tiempo con él que en su propia casa. Su tía Eunkyung, como le decía a la madre de su amigo, lo quería mucho. Siempre le preparaba galletas de arándanos y le revolvía el largo cabello rubio con cariño.

Yeosang sonrió ante el recuerdo.

Wooyoung le había dicho que por su bien debía dejar de insistir en tener contacto con su madre, pero Yeosang le contestaba que buena o mala seguía siendo su madre.

Esta vez ella le había reclamado el hecho de no haber aparecido en la nómina oficial de los estudiantes que irían a dar una presentación al conservatorio de música de la ciudad. Yeosang apenas llevaba meses aprendiendo a tocar el violín, lo natural era que no lo eligieran. Claramente, su madre no entendía aquello. Ni siquiera le había dado tiempo a Yeosang de explicarle cuáles eran los requisitos para tocar en el conservatorio, ella simplemente se dedicó a cantarle una letanía de dolorosas palabras entre las cuales "decepción", "vergüenza" y "fracaso" eran las que más se repetían.

Wooyoung, quien usualmente era el encargado de contenerlo cuando sus problemas familiares se volvían demasiado agotadores como para soportarlos por sí mismo, no estaba por ningún lado y Yeosang no tenía las fuerzas para buscarle. Por eso, optó por escaparse.

No realmente, lo cierto es que nunca tendría el valor para huir y dejar su vida. A pesar de haber sido privado del cariño de su madre, nunca le había faltado nada materialmente. Huir significaría además de no tener cariño, el no medios para subsistir. Y además, aún no era el momento.

Se refugió entonces en el cobertizo de seguridad del antiguo ingreso del personal de servicio. La pequeña cabaña de madera se encontraba abandonada desde que una parte del techo había cedido durante una fuerte tormenta, dándole un susto casi mortal al guardia de seguridad que la habitaba. Debido a dicho incidente, ahora todos los guardias tenían una habitación en el ala administrativa de la Academia y una muralla había sido construida en esa zona para evitar el ingreso de cualquier cosa que proviniese del bosque. Por ello, Yeosang se extrañó en cuanto al llegar ahí, una de las paredes de la cerca había cedido creando un acceso directo hacia el bosque. En ese momento, cuando estaba casi al borde del llanto, no le prestó la atención que el asunto merecía.

Se precipitó entonces dentro de la casita, dejándose caer detrás de la puerta apenas la cerró, sin importarle que el piso estaba lleno de polvo y telarañas. Estuvo sollozando largo rato hasta que se vio obligado a tener que volver a la Academia porque se acercaba la hora de sus clases extra de violín y no podía faltar ahora, mucho menos sabiendo que si madre estaba tan obsesionada con el conservatorio de música.

Tomó un pañuelo de su bolsillo y se secó rápidamente los ojos. De repente un ruido extraño hizo que se sobresalte. La luz de la tarde entraba ligeramente a través de las grietas del muro derrumbado, pero no era lo suficientemente intensa como para poder ver qué era lo que se encontraba ahí. Yeosang se levantó cauteloso, asustado, pero intrigado; como si se tratase de una fuerza sobrenatural actuando sobre él para que se aventure a investigar. Caminó lentamente, acercándose hacia donde creía que había escuchado aquel sonido.

we're fever » jongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora