Robot Dreams | Tales

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Playing: September
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ılıı|ıılıı|ıılıılı
ᴠᴏʟᴜᴍᴇ :

¡Aviso! Este capítulo puede resultar violento y/o fuerte para algunos.

Parte 7

No sabía Rascal cuánto tiempo llevaba buscando a su amigo robot. Pero algo era seguro: estaba anocheciendo, y no tenía ni una maldita pista de dónde podría encontrarse su amigo.

Buscó en las tiendas de las que mayormente iban, pero no estaba o simplemente los vendedores no lo habían visto. Atendía su celular cada 5 minutos, esperando a alguna llamada por parte de Robot.

Pero nada.

De pronto, recordó un lugar en específico que Robot amaba ir: La laguna del Central Park.

...

No supo cuánto tiempo se quedó ahí parado. Sintió que fueron minutos, pero en realidad fueron solo segundos.

Observó el cadáver —si puede llamarse así— de Tin tirado en el suelo. Como último golpe final, pateó el cuerpo destrozado del robot contrario, mientras éste chocaba contra la pared, goteando aún de su cuerpo pequeñas gotas de aceite, manchando el suelo.

Robot no se inmutó, y simplemente observó cómo el aceite del contrario armaba su camino por el suelo y se esparcía por este hasta llegar a la puerta de la habitación.

No era tonto. Sabía perfectamente que los intentos de gritos de auxilio por parte de Tin claramente fueron alcanzables a los oídos del perro dormido en la habitación del costado.

Robot nunca trató de que Dog no lo escuchara. Más bien, la situación se pondría aún más interesante si Dog abriera la puerta y vea la situación. Ver su rostro lleno de sufrimiento. Ver aquella transformación de su rostro de sorpresa a decepción. A terror. A miedo.

Vaya... con que así se sienten los criminales luego de cometer un asesinato, ¿verdad?

De pronto, escuchó como la manija de la puerta se abría desesperadamente, para mostrar a Dog parado en la puerta con una llave inglesa y un rostro preocupado.

Su herramienta —la cual había traído al escuchar los gritos de Tin, pensando de que tal vez estaba herido o le dolía algo...— cae al suelo de repente. El aceite en el suelo choca con los pies de Dog, haciendo que éste se asustara y diera unos cuantos pasos hacia atrás.

El cuerpo destrozado de Tin, su amigo, echado en el suelo.

No podía quitar su mirada del cuerpo, específicamente de los ojos del robot amarillo. Ojos perdidos, adoloridos, ya sin vida.

Robot levanta la mirada para verlo, mientras Dog niega con la cabeza rápidamente. El contrario se acerca lentamente al perro y le coloca su mano metálica en su hombro, con una cálida sonrisa.

Dog se aparta bruscamente de su agarre, toma la llave inglesa nuevamente, y la sacude para limpiarla de los rastros de aceite que yacía en el suelo. Mira varias veces a la herramienta y a Robot continuamente, y sintiendo como una gota de sudor se resbalaba por su rostro, le tiró ésta a Robot, causando que se le abollara un poco el cuerpo.

Por el impacto, Robot cae al suelo, casi cerca a Tin. Se apoya con sus brazos y lentamente se levanta mientras tenía la mirada fijada en Dog, quien lo miraba con el ceño fruncido mientras retrocedía unos cuantos pasos.

Robot sonrió al ver a Dog de aquella manera. Asustado. Decepcionado. Aterrado.

Antes de que Dog pudiera agarrar la llave inglesa nuevamente, Robot corrió tras ella y la sostuvo con sus manos. De pronto, Robot comenzó a silbar la canción "September".

Justo como lo hacía cuando Dog era su amigo.

Dog siguió retrocediendo hasta que finalmente llegó a la cocina. Trató de buscar algo que pueda ayudarlo a defenderse de Robot, hasta que su mirada cruzó con la refrigeradora, específicamente la nota que era el recordatorio para ir a salvar a Robot de la playa.

Rápidamente corrió hasta este, cogió el post-it y se lo mostró a Robot en plena cara.

Robot mostró un rostro algo molesto ante el pedazo de papel, y lo arrebató de la mano de Dog bruscamente para luego tirarlo al suelo.

Sintiendo la desesperación llegando a su máximo esplendor, Dog cerró los ojos con fuerza para luego abrirlos con algunas lágrimas en sus ojos, y comenzó a gritarle Robot. Explicó con ayuda de sus manos su estrés y tristeza, señalando el cuarto de Tin, sin aún entender el porqué había hecho Robot aquella masacre.

Robot se quedó observándolo sin ni una emoción plasmada en su rostro. Agarró con mayor fuerza la herramienta que sostenía y soltó toda la furia contenida en un ataque a Dog. Por suerte, el perro esquivó el ataque haciéndose a un lado, haciendo que Robot clavara su llave inglesa en el refrigerador.

Robot gruñó, volvió a coger su herramienta y comenzó a perseguir a Dog por el departamento.

Dog no se podía atrever a mirar fijamente a Robot solo un segundo. Aquel robot no era quien dejó abandonado en la playa. Aquel robot no es con quien alguna vez pasó una noche viendo películas, saliendo a caminar, patinar... ahora su mirada estaba llena de ira.

Dog vio una oportunidad y corrió hacia la puerta lo más rápido posible y trató de abrirla.

Se lamentó de haberle puesto en el pasado tantos seguros a su puerta.

No podía abrirla, y sintió la sombra de Robot sobre él. Aterrorizado, volteó a ver a Robot, y, por última vez, hizo contacto visual con él.

Dog se apegó a la puerta y se hizo bolita, mientras Robot con una sonrisa comenzó a golpear fuertemente a Dog en la cabeza, rompiendo poco a poco su cabeza, salpicando sangre, salpicando la última gota de vida del perro.

Dog pudo haberse encerrado en su cuarto. ¿Pero de que serviría? Robot estaría esperando el momento para atacarlo en cualquier momento.

Ya por último, Dog, con sus últimas fuerzas, señaló débilmente una foto colgada en la pared de la cocina, antes de caer al suelo tras los golpes, dejando de respirar.

Robot volteó hacia donde Dog señalaba, y soltó de golpe su herramienta.

Era una foto de Dog y Robot, una de las que se habían tomado patinando en el Central Park.

Con pasos lentos, Robot se acercó a ver mejor la foto, la descolgó de la pared, y la sostuvo en sus manos durante un rato.

No sabía cuánto tiempo se quedó ahí, pero al terminar, regresó donde estaba el cuerpo de Dog junto a la puerta, y se sentó junto a él abrazando el cuerpo fuertemente.

Se dio cuenta de que no solo se había convertido en el asesino de dos víctimas, sino también de su propia vida.