|18| Darling.

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Corregido:

Habían pasado exactamente diez días.

Y el par se la pasaba todas las noches en la casa del contrario.

Pero sin duda a la que más frecuentaban, era a la casa celeste del mayor.

El pelinegro se sentía... Feliz en ese lugar.

Era tranquilo.

Ahora se encontraban en el trabajo, cómo otro día más.

— Gray, ¿Quieres que te traiga algo? — Preguntó mientras se acercaba a su escritorio, contando el dinero de sus manos.

— Eh... ¿Podrías traerme algo dulce, porfavor? — Pidió con una leve sonrisa, mirándolo de reojo mientras seguía con su labor.

— Bien... Vuelvo en unos 20 minutos como mucho. — Se le acercó a él, dispuesto a regalarle un beso ya que estaban solos.

El detective sonrió despacio, sin dejar de ver la laptop, ya que era conciente de lo que recibiría.

Pero repentinamente, alguien tocó la puerta.

— Ah, diga. — Se acomodó de su asiento, para posteriormente darle un par de palmaditas en el brazo al mayor, dándole una señal para que disimule.

— ... Señor Gray... ¿Son verdad esos rumores? — Preguntó la chica rubia, acercándose hacía él.

— ... ¿Disculpe? — Alzó una ceja, intrigado por esa pregunta tan... Rara.

La dama respiró hondo, posicionándose a su lado.

— ... Realmente, lamento no haberlo ayudado... Antes. — Se disculpó con la voz baja, sin ser capaz de verlo a los ojos.

— ¿Eh?... — Se confundió aún más, mirándola atento.

— ... El señor Fang dice que también lo siente. Me retiro. — Trás decir esas palabras, lo miró una última vez, para enseguida salir por esa puerta.

El silencio se apoderó de esa oficina, desconcertando al menor.

En segundos se miraron entre ellos, sorprendidos por esa visita.

— ... ¿Será por lo de las facturas? — Trató de hacerce una idea, ya que no se le ocurría alguna otra razón.

— ... No creo. — Levantó la mirada, observando el resto de los compañeros que tenían.

Parecían estar murmurando, y de vez en cuándo, apuntaban a esa oficina.

... Estaban hablando de Gray.

— ... Vuelvo en un ratito, ¿Sí?... De paso voy a averiguar de lo que tanto hablan... — Se acercó  a él nuevamente, robándole un beso de los labios.

Con el hecho de escuchar el sonido de una cámara en plena madrugada la otra vez, ya había empezado a observar más su alrededor, atento a cualquier pequeño peligro posible.

— Está bien... Ten cuidado. — Le regaló una leve sonrisa, saludandoló con la mano.

Al salir de esa oficina, miró con el rabillo del ojo a esas personas.

... Empezaron a murmurar más al verlo.

No sabía cómo tomar eso.

Dejó escapar un largo suspiro, para posteriormente salir del edificio.

Empezó a caminar por la vereda, pensando en un par de cosas.

... Era obvio que no se disculpó por las facturas.

The White Flower. [SilentJokes] ¡Finalizada!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora