El amor y el perfect timing eran dos cosas en las que no creía.
El amor consiste en caminar hasta el borde del acantilado y dar el salto juntas.
El tiempo nunca estuvo de nuestro lado.
Mi primer error fue besarme con mi mejor amiga.
El segundo llegó...
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ENGFA
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UN MES DESPUÉS..
Abuela Rita y Samuel habían volado conmigo a París, ya sea para asegurarse de que realmente hiciera el viaje o para estar para mí, no lo sabía. La abuela Rita dijo que era porque mi madre quería que la visitara. Ella no estaba emocionada al respecto y dijo que no quería ver a mi madre revolcándose con un adolescente. Ella realmente había usado la palabra —revolcándose—. Al final resultó que, el nuevo novio de mamá era mayor que Fede. No por mucho, pero aún mayor. Sam usó el viaje como una forma de despejar su mente. Tampoco se había sentido bien, y no quería estar en casa mientras continuaban las peleas. Nos alojamos en el Chateau ese primer fin de semana y tomamos el tren a París el domingo. Sam tenía que tomar un vuelo el lunes y yo tenía mi pasantía en Prisma, que había aceptado.
Dejé de llorar al quinto día. O tal vez fue el sexto. Tenía un apartamento tipo estudio perfectamente hermoso con una hermosa vista a la Torre Eiffel que estaba a solo unas cuadras de Prisma. Había frío, parecía que no iba a podía soportar este clima y la forma en que sentía mi corazón como si estuviera pasando por un molino cada vez que pensaba en Charlotte, que era todas las noches, pero había logrado mantener la cabeza recta y prestar atención a todas las cosas que me enseñaron durante el entrenamiento y capacitación.
Mi resfriado leve se convirtió en gripe, que vino con los peores dolores de cabeza y nasales. Para mi tercer viernes en el trabajo, mi nueva jefa, Elizabeth, me dio un vino caliente para probar.
—Solo tómalo y relájate este fin de semana—, había dicho. —En lugar de explorar la ciudad, ordena comida. Tendrás mucho tiempo para explorar una vez que te sientas mejor.
Tomé el vino agradecida y me fui a casa con toda la intención de relajarme. Eso fue hasta que revisé mi correo electrónico y vi un mensaje de Charlotte. Cada nervio de mi cuerpo se contrajo cuando lo presioné y lo abrí para encontrar imágenes. No solo cualquier foto. Fotografías de la boda, que parecían haber sido tomadas en Rogers Williams Park. Su cara era estoica en todas ellas. Esa fue la única cosa que me hizo no querer lanzar mi tableta. Le dije a ella como me sentía y no había funcionado como había planeado, pero no me arrepentí por un momento. Había llorado por ella, por la pérdida de lo que podría haber sido, pero estaba bien. Estuve completamente bien hasta que vi las fotos, pero cuando le hice clic porque, por supuesto, tenía que hacer clic en ellas, me acerqué a su vestido y se me heló la sangre.
Conocía ese vestido.
Había visto ese diseño innumerables veces antes de tirarlo a la basura porque los extremos de las mangas eran demasiado puntiagudas para el material de encaje para el que lo había diseñado. Y estaba Becky, Becky rubia, flaca, supermodelo, vestida con mi chatarra. ¿Cómo encontró eso? ¿Dónde encontró eso? Acumulé mi memoria, intentando descifrarlo hasta que me di cuenta: la cafetería. Debió de tomar el papel, doblarlo en su bolsillo y guardarlo.
