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Jimin golpeó la puerta del baño con ferocidad, cerrándola con un puñetazo. Sus nudillos ardieron ante tal accion. Había vuelto furioso a la casa después de lo que sucedió con el Alfa y fue peor cuando Jungkook interfirió.

No pudo calmar sus nervios ni saciar su sed de sangre, porque su propia realidad era mucho más complicada que la de los demás.

En un ataque de ira se quitó la ropa que llevaba puesta a penas ingresó a la casa, encontrándose con Yoongi quien lo miraba curioso desde una de las habitaciones, tras él venía un apurado Jungkook que reflejaba cierta inquietud ante la actitud del mayor, tenia las intenciones de seguirlo hasta el baño pero la puerta se había cerrado en sus narices. Prohibiendo el paso firmemente.

Escuchaba a Jimin murmurar palabras que no lograba escuchar debido a que la llave del grifo estaba abierta. Lo único que captó su atención fue el aroma a metal que provenía del baño, eso lo angustió muchísimo más, hasta el nivel de tomar la perilla de la puerta y dudosamente preguntó:
—Jimin, ¿está todo bien?

El silencio solo hizo que pícara aún más su temor.

—¿Jimin?

Nada.

Solo oía una fricción molesta para sus oídos y el olor a sangre se intensificó. Jungkook no era paciente, no cuando olía la sangre. Y esa fue la última gota que colmó el vaso.

Giró la perilla y entró al baño sin más preámbulos.

La imágen frente a él lo tomó por sorpresa. No esperaba ver a Jimin tan sumergido en su hazaña que no identificó que Jungkook había ingresado sin su permiso.

Sus manos pequeñas estaban empapadas de sangre que brotaba de su cuello, el azabache miró con terror la escena.

Jimin estaba lavando su cuello una y otra vez, friccionando su piel hasta el punto de hacerla sangrar, las gotas de sangre caían por sus manos que las sumergía bajo el grifo y éstas se fundían con el agua dejando un color rosado en el lavabo. Estaba inmerso en quitarse la saliva del Alfa que no esperó a que Jungkook lo tomará de las manos, deteniendo el movimiento brusco que hacía contra su piel.

—¿¡Qué rayos haces!? —alarmado y preocupado tiró de los brazos de Jimin, sosteniendo sus manos lejos de su cuello.

Podía ver que la piel palpitaba bajo los arañazos que se había producido el Omega y eso aterrorizó al Alfa.

¿Cómo había llegado a ese punto?

No lo comprendía.

—Suéltame. —ordenó gruñendo entre dientes.

—No.

Jungkook buscó una toalla o algo con lo que cubrir el cuello de Jimin y se encontró con la misma nada.

—¡¡DÉJAME TRANQUILO!! —gritó, llamando la atención de Yoongi.

—¡QUE NO MIERDA, NO! —el agarre en sus brazos se tensó y enojado miró a Jimin. —¿Qué ocurre contigo? —sus ojos eran mucho más oscuros que de costumbre y sus cejas se fruncieron de acuerdo a su enfado. —Yoongi, tráeme vendas y gasas. —ordenó, escuchando los pasos apresurados del rubio, el contrario solamente gruñía al no poder forcejear con Jungkook, y es que de la nada parecía ser más débil.

—¿Tenías que meter tu nariz en lo que no te incumbe? —demandó el Omega. —No he pedido que me ayudes y mucho menos que seas mi salvavidas.

Jungkook soltó una risa sin gracia al oírlo.

—Eres idiota. —Jimin alzó una ceja ante el insulto. —Por eso intervengo, has demostrado ser valiente y que sabes cuidarte de los demás, pero no sabes cuidarte de tí mismo. Por eso mismo eres un idiota. —afirmó nuevamente.

El Sexto Cambio || Kookmin || Hist. ActivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora