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Con la pijama puesta, intenté dormir un poco, pero por más que lo intentaba, el sueño no llegaba a mí. Algo en la historia de Joshua no estaba bien, algo por lo cual Mingyu no había podido contarme, algo que hacía que Joshua se tensara y evitara mi mirada cuando le preguntaba.

Trataba de recordar ese momento crucial, algo tan importante debería estar grabado en mi memoria. Debería saber que mi hermano había estado fuera de casa por más de una semana cuidando a Joshua en el hospital. Sin embargo, no lograba traer ningún recuerdo a mi mente.

Pensé en cómo era mi vida hace tres años, cuando yo estaba en secundaria y mi hermano y los demás asistían a preparatoria. Recordaba las clases de baile con Seungkwan, las tardes viendo películas y comiendo palomitas en su casa. Ambos teníamos novios mayores que nosotros, estudiantes de preparatoria en nuestra escuela, jugadores de fútbol americano y músicos. Recuerdo haber conocido a Hyungwon después de un partido de fútbol americano al que Seungkwan me arrastró para conocer a Eric. Aquella noche, Eric nos invitó a la fiesta del equipo, llena de alcohol, cigarrillos y jugadores de fútbol americano.

Recuerdo que Eric tenía su propio auto y todos los jueves después de la escuela nos llevaba a ver ensayar a su banda. Seungkwan y yo solíamos sentarnos en el porche a escucharlos, con Eric en la batería y Hyungwon en la guitarra.

De ese año no recordaba mucho sobre la vida de los chicos. Seungcheol seguía entrenando fútbol americano como siempre y pasábamos la mayor parte del tiempo en fiestas o en casa de alguno de los chicos. No tenía recuerdos de Joshua en aquel entonces. Y como cada año desde el incidente en la escuela, pasaba mis veranos en un internado para chicos en Francia. Esa era la peor parte del año, tener que asistir a clases de ética en el extranjero por culpa de mi tía Sunni.

—Será realmente divertido —decía cada vez que ella y mamá me acompañaban al aeropuerto.

No supe a qué hora me quedé dormida, pero no podía dejar de pensar en Joshua.

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Al día siguiente en la escuela, Seungkwan me sentó en la banca mientras me interrogaba.

—¿Pudiste sacarle información? —me preguntó.

—No —dije bostezando.

—Vamos, Jeonghan, no es tan difícil hacer que un chico te diga algo y tú lo sabes —insistió.

—Me dijo que fue un accidente de motocicleta, pero algo en esa historia no parece ser del todo cierto —comenté.

Seungkwan comenzó a hablar sobre diferentes formas para que yo descubriera la verdad, pero cada vez me sentía más cansado. Los párpados me pesaban y el cuerpo se debilitaba.

—¡Jeonghan! —gritó y yo pegué un brinco. —¿Acaso escuchaste algo de lo que dije? —preguntó.

Sonreí tiernamente para que él no se enojara.

—¿Vas a venir al partido de esta noche conmigo? —pregunté mientras él se sentaba a mi lado.

—¿Piensas que me perdería la oportunidad de ver a los chicos más guapos del otro instituto? ¡Por supuesto que voy! —dijo aplaudiendo en su lugar.

Hoy era uno de los partidos más importantes de fútbol americano para los chicos. Se enfrentaban contra uno de los mejores equipos de la ciudad. Mingyu había estado bastante nervioso por este partido. Si ganaban, calificarían para la final. Ese era el sueño de él: llevar a su equipo a la final y ganar siendo el capitán del equipo.

Joshua había insistido en que fuera a verlos, diciendo que yo era su amuleto de la suerte. Pero como todos ellos estarían en la cancha, decidí invitar a Seungkwan conmigo para apoyarlos a todos. Teníamos una pancarta con los números de todos: el #69 de Mingyu (decía que era un ligue fantástico), el #72 de Seungcheol, el #53 de Soonyoung, el #8 de Jihoon, el #37 de Seokmin y el #24 de Joshua. El partido sería hasta las ocho, así que decidí dormir lo que restaba del día.

My brother's best friend | JihanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora