20: Bajo sus encantos 🦆

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Después de un día entero recorriendo la vasta mansión del príncipe y su caballero, llegó el momento en que los dos invitados debían despedirse.

—¡No quiero irme! —protestó Han, haciendo su berrinche característico mientras se aferraba con fuerza al cuerpo de su caballero, envolviéndolo con brazos y piernas. El caballero, ya resignado, apenas intentaba liberarse, sabiendo que la fuerza sobrehumana del chico era imposible de resistir.

—Han, no hagas esto más difícil de lo que ya es —suspiró Minho, con una mezcla de cansancio y una leve sonrisa que no lograba ocultar del todo.

—Empiezo a sentir pena por Minho —murmuró Félix, observando la escena desde la distancia con Hyunjin a su lado.

—Hasta yo compadezco a mi propio guardia... No podría estar en peor situación —respondió sin vergüenza, su voz cargada de un humor despreocupado. El pelinegro dejó escapar una suave risa, y el príncipe, al escucharlo, sonrió aún más, sintiendo una calidez inesperada en el pecho al verlo reír.

Se acercó un poco más, casi sin darse cuenta, hasta que sus hombros se rozaron.

—Me gusta verte reír —confesó en un susurro, apenas audible, pero lo suficientemente cercano para que Félix lo escuchara.

Félix lo miró, sorprendido, con un leve sonrojo en sus mejillas. —¿De verdad? —preguntó con una tímida sonrisa.

—Mucho —respondió con sinceridad, sus ojos brillando con una mezcla de afecto y algo más profundo. —Hace que todo parezca un poco más... brillante —añadió, disfrutando de la cercanía, como si en ese momento nada más importara.

—¡Estamos aquí, malditos cursis! ¡Coman cuando no estemos mirando, no sean tan obvios! —gritó Jisung de repente, con las mejillas sonrojadas por el esfuerzo de alzar la voz.

—Va a quedar afónico después de eso... —murmuró Hyunjin, medio divertido, mientras su acompañante contenía una risa y miraba a su amigo con una mezcla de compasión y diversión.

—Por favor, sigan —suplicó el castaño, poniendo los ojos en blanco, pero con una sonrisa esperanzada.

Minho miró a Han con una mezcla de exasperación y ternura, antes de volver la vista hacia Hyunjin y Félix. Con un suspiro resignado, se inclinó hacia Han y lo levantó en brazos, con la esperanza de calmar un poco al efusivo chico.

—¡Bien, bien! Si esto va a ayudar a que te calmes, te llevaré a casa. Solo deja de gritar —dijo el caballero con una sonrisa cansada pero comprensiva.

Han se aferró a él con una sonrisa triunfante, claramente satisfecho con el resultado. Mientras tanto, Hyunjin y Félix se miraron, disfrutando de la escena y sintiéndose agradecidos por el día tan especial que habían pasado juntos.

—No puedo creer que haya terminado así —dijo el rubio, riendo suavemente.

—Es parte del encanto de Jisung —respondió el pecoso, sonriendo con afecto hacia su acompañante.

Con una última ronda de despedidas y promesas de volver a encontrarse pronto, Minho y Jisung se dirigieron a la salida, dejando a ambos solos en el vestíbulo de la mansión.

—Creo que ha sido un día increíble, ¿no crees? —dijo acercándose a Félix y tomando su mano suavemente.

—Sí, ha sido perfecto —respondió, apretando su mano y sonriendo con calidez.

—Pueden volver cuando quieran. Siempre serán bienvenidos en nuestro humilde hogar —dijo Hyunjin, con una sonrisa cálida, mientras besaba la mano con ternura. El gesto le permitió sentir la suavidad de su piel y el sutil aroma a flores, una sensación que deseaba experimentar una y otra vez.

—¡Ya, bésalo! ¿Qué te cuesta? —gritó Jisung desde la distancia, su voz quebrada por el esfuerzo y su expresión llena de picardía.

—!Lo mismo digo, Han Jisung! —exasperado pero divertido, le lanzó una mirada cansada a su amigo.

Sin embargo, no podía apartar la vista de los labios de Félix, tentadores y rosados. Mientras Jisung seguía gritando recomendaciones a su amigo con un tono burlón y afónico, era evidente que deseaba profundamente seguir el consejo del amigo berrinchudo. A pesar de sus ganas, respetaba su decisión y prefería esperar pacientemente, permitiendo que el momento se desarrollara a su propio ritmo.

Sin embargo, la presión del mejor amigo y su insistencia parecía no tener fin, y Félix, sintiendo la intensidad de la mirada de Hyunjin, no pudo evitar sonrojarse más. Con una sonrisa tímida y un pequeño suspiro, se acercó lentamente a él. La cercanía hizo que sus corazones latieran más rápido, y el ambiente se cargó de una dulce tensión.

Con los ojos llenos de cariño y expectativa, esperó pacientemente. Cuando finalmente Félix estuvo lo suficientemente cerca, el príncipe envolvió suavemente su mano alrededor del cuello y lo atrajo hacia él. El primer beso fue suave y tierno, un encuentro delicado de labios que transmitía todo el afecto que ambos habían estado conteniendo.

Cuando sus labios se separaron, ambos estaban con las mejillas sonrojadas, pero con una felicidad evidente en sus ojos. Han, desde la distancia, observaba con una sonrisa triunfante, sabiendo que su pequeña intervención había llevado a este hermoso momento.

—¡Que vivan los novios! —gritó con entusiasmo, casi ensordeciendo al pobre caballero, quien soportaba pacientemente el bullicio mientras lo sostenía a cuestas.

Hyunjin no pudo evitar reír ante el entusiasmo de Jisung, mientras Félix se cubría el rostro con una mano, avergonzado por el escándalo.

—No hagas caso —susurró su príncipe, inclinándose un poco hacia él—. Es un caso perdido, pero no deja de tener razón...

Sintió el calor en sus mejillas y asintió tímidamente, sintiéndose a la vez expuesto y emocionado. —Quizás... algún día —murmuró, apenas lo suficientemente fuerte para que lo escuchara.

—Algún día —repitió con una sonrisa suave, su mirada llena de promesas.

—Tengo que irme —susurró Félix, su voz apenas un murmullo cargado de nerviosismo.

Con un impulso repentino, se inclinó hacia su príncipe y rozó sus labios con un beso fugaz, apenas un toque, pero lo suficiente para sentir el calor y la suavidad que había imaginado. Sin esperar una reacción, se dio la vuelta rápidamente y corrió hacia donde su mejor amigo lo esperaba, su corazón latiendo con fuerza en su pecho.

Hyunjin quedó inmóvil, sus labios aun sintiendo el leve contacto del beso. Un torrente de emociones lo invadió: sorpresa, euforia, el deseo de seguirlo y abrazarlo, de no dejarlo ir nunca. Pero se contuvo, su corazón latiendo tan fuerte que temía que todos a su alrededor pudieran escucharlo.

Mientras Félix se acercaba a Jisung, su mejor amigo lo recibió con una sonrisa amplia. —¡Eso sí fue un beso de despedida! —exclamó riendo con una mezcla de alegría y picardía.

—¡Ya cállate! —replicó, pero no pudo evitar que una risa nerviosa escapara de sus labios. Sus mejillas estaban encendidas, pero su corazón se sentía más ligero que nunca.

El príncipe los observó desde la distancia, una sonrisa suave dibujándose en su rostro, sintiendo que ese pequeño beso había sido solo el inicio de algo mucho más grande.

El príncipe los observó desde la distancia, una sonrisa suave dibujándose en su rostro, sintiendo que ese pequeño beso había sido solo el inicio de algo mucho más grande

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