24: Mala mía🦆

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Jeongin se encontraba en su oscura cabaña, iluminada solo por la tenue luz de las velas. A su lado, un Hyunjin de cabello rojo observaba con ojos fríos y vacíos cada uno de sus movimientos. Sin decir palabra, seguía con una atención inquietante las acciones del mago. Consciente de la mirada vacía del chico, sonreía con satisfacción mientras preparaba el siguiente paso de su retorcido plan.

Vertió un polvo negro en un cáliz de cristal, mezclándolo con una sustancia espesa de color rojo. Al levantar la mirada hacia Hyunjin, lo vio mirando las velas con detenimiento como si admirará la luz por alguna razón.

-No te preocupes, mi príncipe -murmuró Jeongin, acercándose a él con el cáliz en la mano-. Pronto todo volverá a estar en orden. O al menos, en el orden que yo decida.

Él no respondió, su cuerpo estaba quieto. Alzó el cáliz a la altura de los labios del chico.

-Bebe -le ordenó suavemente, mientras el líquido espeso goteaba hacia la boca de Hyunjin. El hechizo estaba en marcha, y con él, la posibilidad de que pueda corromper a este ser.

El aire en la cabaña se cargó de tensión, mientras observaba con una sonrisa oscura, esperando el momento en que su control sobre él sería absoluto.

Hyunjin bebió el líquido lentamente, su mirada fija en un punto indefinido, como si su mente estuviera atrapada en una prisión de la que no podía escapar. El mago sonrió, satisfecho, y dio un paso atrás para observar cómo el hechizo comenzaba a surtir efecto.

De repente, un escalofrío recorrió su cuerpo, mientras sus labios se curvaban en una mueca de dolor. El líquido había empezado a quemar por dentro, el proceso había comenzado.

-Eso es, mi querido príncipe. El dolor es parte del cambio -susurró, acercándose para acariciar con delicadeza el rostro del pelirrojo.

Pero entonces, algo imprevisto ocurrió. Hyunjin abrió los ojos de golpe, pero no tenía los ojos vacíos que había controlado hasta ahora. Había algo nuevo en ellos, algo... desafiante.

-¿Hyunjin? -dio un paso hacia él, su voz cargada de incertidumbre, sin saber qué respuesta esperar.

El príncipe pelirrojo levantó lentamente la cabeza, y una sonrisa ladeada apareció en su rostro. Sus ojos, de un verde intenso, se clavaron en los de Jeongin con una intensidad perturbadora. Sin decir una sola palabra, Hyunjin tomó suavemente la mano del mago, inclinándose hacia ella. Con una lentitud casi teatral, llevó sus nudillos a los labios, besándolos con un toque tan prolongado que cada segundo se sintió eterno. Sus ojos nunca abandonaron los del mago, un descaro evidente en su mirada, mientras mantenía el contacto visual sin pestañear, como si estuviera esperando algo de él.

-No me llames como él, ponme otro nombre -dijo con una voz suave pero firme, cargada de una extraña autoridad. Había una exigencia oculta tras su tono mientras soltaba con una delicadeza casi calculada la mano del mago, como si su toque ya no tuviera el mismo poder sobre él.

El mago lo miró con cautela, su mente trabajando rápidamente. Se había transformado en algo más, algo ajeno y peligroso. Pero, aun así, Jeongin no podía evitar sentirse fascinado por esa nueva energía, un desafío que despertaba sus propios instintos.

-¿Tienes algo en mente? -dijo con una mezcla de burla y desdén, alzando una ceja mientras una sonrisa tensa se formaba en su rostro. Sintió un ligero escalofrío recorrerle la espalda. Le agradaba más cuando estaba completamente vacío.

El mago suspiró, ocultando su frustración tras una expresión serena.

-No sé, ¿tal vez prefieras que te llame "mi creación"? -respondió con sarcasmo velado, pero cuidando de no mostrar que la situación comenzaba a salirse de sus manos.

𝑬𝒍 𝒑𝒂𝒕𝒊𝒕𝒐 𝒓𝒆𝒂𝒍 🦆 𝑯𝒚𝒖𝒏𝒍𝒊𝒙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora