25: Espíritu animal 🦆

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El pequeño patito flotaba plácidamente en las tranquilas aguas del lago junto a la mansión, mientras Minho, tumbado en el césped, leía un libro con aire relajado. Todo a su alrededor parecía estar en perfecta armonía, disfrutando del sosiego de ese momento de descanso.

—¡Chikistrikis! —gritó Han Jisung a lo lejos, corriendo a toda velocidad hacia donde su caballero descansaba, su voz llena de energía rompía la calma del lugar.

El castaño levantó la vista de su libro, arqueando una ceja ante el alboroto. Una sonrisa divertida apareció en su rostro al ver al chico acercarse apresurado, con su energía característica.

—¿Qué haces ahora, escandaloso? —preguntó con tono burlón, cerrando el libro y sentándose en el césped.

Jisung llegó agitado, pero con una sonrisa enorme, sosteniendo la bolsa de galletas.

—¡Te traje algo! —dijo con orgullo, agitando la bolsa frente a Minho—. Las hizo Lixie especialmente para ustedes.

—¿Félix está contigo? —preguntó, sintiendo cómo la calma se desvanecía al escuchar el sobrenombre del pecoso. De inmediato, una oleada de nerviosismo lo invadió.

—Sí, viene detrás de mí —respondió, tratando de ocultar su risa—. ¿Por qué? ¿Te pone nervioso?

El caballero se pasó una mano por el cabello, intentando disimular su incomodidad.

—No es eso, es solo que su alteza no está aquí y él vino para verlo —dijo rápidamente, buscando una excusa para desviar la conversación sobre la ausencia del príncipe.

—¿No está aquí? —preguntó, apareciendo detrás de Han con una expresión abatida y claramente decepcionada, sus hombros ligeramente caídos.

Giró para ver a Félix con una mezcla de sorpresa y lástima.

—No te preocupes, seguro él llegará pronto —intentó animarlo, aunque sabía que no estaba tan seguro.

Minho, sintiendo la incomodidad de la situación, se levantó y se acercó a Félix.

—Lo siento, Félix. Si quieres, podemos esperarlo juntos —ofreció, su voz más suave de lo habitual, intentando aliviar la decepción que veía en el pecoso.

Lo miró, esbozando una pequeña sonrisa, aunque aún había tristeza en sus ojos.

—Gracias. Creo que eso me haría sentir mejor —respondió, aceptando su oferta mientras trataba de esconder lo que sentía realmente.

Su mejor amigo, siempre atento a las emociones de todos, decidió aliviar un poco la tensión.

—¡Entonces aprovechemos! Mientras esperamos, puedes probar las galletas que tanto esfuerzo le costó hacer —dijo Han con un tono exagerado, abriendo la bolsa y extendiéndola hacia Minho y Félix.

Soltó una risa suave y tomó una galleta en forma de estrella, mientras el pelinegro, aún un poco cabizbajo, aceptó una en forma de corazón.

—Esto es lo mejor que nos ha pasado hoy, ¿no? —bromeó el caballero, dándole una mordida a la galleta.

El pecoso sonrió levemente, dejando que el sabor dulce le levantara un poco el ánimo.

—Definitivamente lo mejor —admitió, su sonrisa volvió lentamente.

Detrás de ellos, en el pequeño lago, el patito observaba la escena con preocupación. Al ver la expresión triste de Félix, que aún no había notado su presencia, sintió una punzada de impotencia.

"¡Eso es!" pensó el patito, decidido a cambiar el ánimo del chico.

Con energía renovada, comenzó a agitar sus pequeñas alas y a hacer ruidos, chapoteando en el agua con entusiasmo, tratando de captar la atención de todos.

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⏰ Última actualización: 3 hours ago ⏰

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