CAPÍTULO: N°16

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El tiempo pasaba lentamente mientras me sumía en un mar de emociones encontradas. La incertidumbre y el miedo se mezclaban con la esperanza desesperada de que Luna saliera de esto bien. En la oscuridad de la noche, prometí en silencio que haría todo lo que estuviera en mi poder, aunque significara luchar contra la distancia y las circunstancias que nos separaban.

Las lágrimas seguían rodando por mis mejillas mientras me aferraba a la esperanza de que todo saldría bien. El amor inquebrantable que sentía por Luna era mi fuerza en medio de la desesperación. Cada pensamiento, cada recuerdo de su sonrisa, de nuestro amor compartido, me impulsaba a enfrentar lo desconocido con determinación.

Me encontraba en mi habitación, perdido en un mar de preguntas sin respuesta. ¿Cómo podría estar allí para ella? ¿Qué más podría hacer para ayudarla desde esta distancia insalvable? La frustración y la impotencia me embargaban, mientras mi mente buscaba respuestas que parecían esquivas.

En momentos como estos, la realidad se distorsionaba entre el temor por lo desconocido y la esperanza de un futuro donde Luna saliera adelante. Cada segundo se convertía en una eternidad de espera, con el corazón en un nudo y la mente en un torbellino de emociones.

Mi única certeza era esta promesa silenciosa: estaría allí para ella, sin importar las barreras que la vida pusiera en nuestro camino. Porque Luna no solo era mi amor, era mi fuerza y mi luz en la oscuridad más profunda.

Intentaba calmarme, pero cada intento era en vano. La noche se hacía más larga y cada segundo pasaba con una lentitud torturante. Desesperado, llamé nuevamente a María, necesitando escuchar cualquier noticia, cualquier actualización sobre Luna.

María contestó al segundo timbrazo. Su voz estaba cargada de cansancio y preocupación. "Tomás, tengo noticias..."

Mi corazón se detuvo por un momento. "¿Cómo está? ¿Qué ha pasado?" pregunté con la voz temblando.

"Tomás, Luna está en coma," respondió María, sus palabras eran como un golpe en el estómago. "Los médicos dicen que las próximas 24 horas serán cruciales."

Sentí que el mundo se derrumbaba a mi alrededor. La desesperación se apoderó de mí, y me sentí impotente ante la distancia que me separaba de ella. "María, no puedo entenderlo ni soportarlo... Este momento es crucial para Luna, pero también para mí. No estar con ella es insoportable. Necesito encontrar una manera de estar con ella, aunque sea a través de una pantalla, cantándole una canción, hablándole, haciéndole sentir que estoy a su lado."

María suspiró profundamente. "Tomás, intentaré ayudarte, pero hay un problema... Los padres de Luna no saben sobre ustedes."

Quedé pensativo por un momento, sintiendo el peso de la situación. Luego, decidí que ya era tiempo. "María, ellos deben saberlo. Deben saber que estaré siempre para mi hermosa Lunita, no importa la distancia que nos separe. Necesitan saberlo ahora, especialmente ahora que su vida corre peligro. No puedo permitir que no lo sepan. Necesito hablar con sus padres."

"Está bien, Tomás. Hablaré con ellos y haré lo posible para que puedas comunicarte con Luna," respondió María, su voz mostrando un rastro de esperanza.

Colgué la llamada y me hundí en mis pensamientos. Las lágrimas seguían cayendo mientras me repetía una y otra vez que debía ser fuerte. Recordé la promesa que le había hecho a Luna, de estar siempre allí para ella, de apoyarla en todo momento. La incertidumbre y el miedo me consumían, pero el amor que sentía por Luna me daba la fuerza para seguir adelante.

El tiempo parecía haberse detenido mientras me quedaba allí, en la oscuridad de mi habitación, aferrándome a la esperanza de que Luna saliera de esto. Sabía que, a pesar de la distancia, nuestro amor era más fuerte que cualquier adversidad. Y con esa certeza en mi corazón, me prometí a mí mismo que encontraría una manera de estar allí para ella, sin importar lo que costara.

DOS MUNDOS UN LATIDO A DISTANCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora