Amor ladrón

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  Dos ladrones se enamoraron mientras se robaban. Él le pidió a ella la billetera; y ella, mientras se la daba, le sacó la mochila a él. Ambos se gustaron de inmediato y acordaron verse al día siguiente para devolverse las cosas.
  A la semana ya se visitaban en sus hogares. Él encontraba cosas suyas en la casa de ella; y ella, cosas de ella en la casa de él. Era una de esas relaciones lindas en donde todo lo de uno le pertenece al otro.
  Llegó el momento en el que la mitad de las cosas de uno estaba en la casa del otro. Entre otras, el encendedor de la casa de él estaba en la casa de ella, y el control remoto del televisor de ella estaba en la casa de él. Deberían tomar una decisión.
   Comenzaron a convivir y se llevaron excelente. Cuando él necesitaba su plata, la buscaba en la billetera de ella; y ella, cuando necesitaba la suya, la buscaba en la de él. Como les contaba: Eran una pareja que compartía todo..., como las buenas parejas.
  Se quisieron tanto que un día ella quedó embarazada. Cuando él se enteró, se puso tan feliz que salió a robar motos. Sucede que aquel ladrón robaba motos cuando estaba feliz. Algo que no tiene mucha explicación... Pero bueno.
  Pasaron nueve meses y llegó a este mundo un hermoso niño. Le pusieron Robi. En el hospital, ambos observaban con amor a su recién nacido. Sus deditos eran finitos y ágiles, adaptados para robar. Ante tal felicidad, él no pudo más que robarse un tubo de oxígeno del lugar.
  Con el tiempo, Robi empezaba a mostrar sus dotes. Un día el padre salió de la casa sin sus papeles y volvió a buscarlos. Cuando abrió la puerta vio que ella lloraba. Al principio se puso mal pensando que algo malo había pasado, pero luego notó que la madre lloraba de emoción. Ella giró su mirada a la esquina donde Robi tenía sus juguetes. Ahí estaba la billetera de él. Ambos estaban orgullosos porque su hijo ya era del oficio.
  Y así fueron felices hasta que a él un día viernes lo metieron preso por querer robar el horno de barro de una pizzería que estaba en pleno funcionamiento.
  Pero bueno. Tan mal no terminaron. Ella lo podía visitar en la cárcel. Y tenían la felicidad de verlo a Robi que ya era un ladroncito.
Con el tiempo, él había intentado escapar de la cárcel varias veces, pero al tentarse con el alambrado perimetral de la cárcel lo agarraban mientras se lo quería robar.
  Al fin ella conoció otro hombre que le robó el corazón ... Y él siguió preso. Robi, luego de cumplir 16 también fue preso y fue feliz en la cárcel.
 

Dicotomía y otros cuentos desquiciadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora