Day #3 - Embriaguez

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-¡Kion, un Negronni a la mesa 4!-

-¡En camino!-

El sonido del hielo rozando las copas y vasos mientras el licor era vertido se había vuelto algo satisfactorio de oír; después de lo ocurrido aquella vez, nuestro león preferido a tenido que buscar formas de relajarse o distraerse. Incluso llegó a ir a terapia, buscando la solución para apasigüar su atormentada mente.

¿Cuál fue el resultado? Descubrió su lugar como bartender en el bar de su padre: "The Licorean Lion". Puede que el nombre sea algo... exótico, pero la barra de ese sitio a visto las servidas de su padre, su abuelo y tal vez más ancestros suyos. Por lo que le tiene un gran aprecio.

Regresando al tema. Tras un poco de flayre por aquí y por allá, la bebida estaba lista. La tomó y la llevó a la mesa correspondiente. Había un zorro y una coneja hablando de algo que no llegó a entender bien, solo pudo distinguir la palabra "Aulladores". No le dio mucha importancia y se acercó y les tendió la bebida. -Un Negronni para... Eh- ah, claro. Bunga no le dijo para quién era.

-Para mí. Gracias- fue el zorro quien tomó la bebida, dándole un gran sorbo, dejando a Kion con una cara de sorpresa, y a la coneja que estaba con él; con una expresión de frustración.

«Pareja complicada, seguramente» pensó el león viendo la escena frente a él.

-No te embriaguez tan pronto. Tenemos trabajo esta noche, ¿sabes? - con un suspiro habló ella, sacando también dinero de su bolsillo. -Ten. Quédate con el cambio- Kion agarró gentilmente el dinero, le agradeció y se fue alejando, aunque escuchó el regaño de la conejita hacia el zorro por su actitud. Seguramente sería una larga noche para esos dos.

Aunque sí pudo notar algo en ellos, específicamente en el zorro. Cuando le vio la cara, lo primero que le llamó su atención fueron sus ojos. Eran verdes. Verdes igual a los de... ¡No!

«Ni se te ocurra pensar en ella, idiota. Prometiste no volver a caer con la misma piedra» Pero, por más que quisiera, la imágen de esa cheetah volvió a fluctuar en su cerebro.

Si bien la felina moteada no le provocó todo ese daño y dolor directamente, sí ayudó a que sucediera. Junto con aquellos a quienes, según ella, eran sus amigos.

«¡Ja! "Amigos", una de las mejores bromas que escuché en mi vida» Pensó Kion. Desde que ella se los presentó, él sintió de inmediato que algo no cuadraba con esa gente.

Pero aún así confió en ellos. Todo por su estúpido buen corazón.

Puso el dinero de su pata en un tarro de cristal que estaba en la barra del bar, tapándolo después con una tapa. No había mucha gente en las mesas del lugar, y las que estaban ya tenían lo que pidieron. Sólo estaba Bunga preparando una bebida en su área de preparación. Por lo que decidió organizar algunas botellas de licor y materiales que usaba, y limpiar su área.

Había hallado una forma de distraerse de aquellas cosas que lo atormentaban, pero el recuerdo de esa chica no lo dejaba en paz, no importa lo que hiciera; ella siempre volvía a su mente.

«¿Será que... aún siento algo por ella?»

—¿Señor, está bien? – Una voz suave lo sacó de su tren de pensamiento, pero al mismo tiempo, hizo que se congelara en su sitio.

Era la misma voz que se había reído con todos aquellos que lo hirieron...

—Oiga, les estamos hablando. – Otra voz, esta vez más gruesa y firme, fue la que lo hizo girarse lentamente. Pudo divisar a Bunga por el rabillo del ojo, tenía una expresión de enojo y preocupación mezclados, lo cual solo confirmó sus sospechas de quiénes estaban parados detrás de la barra.

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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