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– ¿Dónde estuviste? –
La voz grave resonó detrás de Dan, helándole la piel. El miedo lo paralizó. No se atrevió a girar, su cuerpo quedó inmóvil, sintiendo cómo la tensión aumentaba.

– Mírame y dime dónde carajos estabas. –
La orden fue directa, casi rugida. El alfa estaba perdiendo la paciencia.

Dan tembló, girándose lentamente, sus ojos incapaces de enfrentarlo del todo. – Yo... perdón... pensé que Namwook te había dicho... – murmuró con la voz entrecortada.

– Sí, él me lo dijo. Pero son casi las once de la noche. ¿Qué se supone que debía pensar cuando no respondiste?– El mayor se acercó un paso, su rostro endurecido mientras recordaba los mensajes que habían quedado sin respuesta.

– De verdad lo siento, señor. No fue mi intención. – Dan retrocedió, su cuerpo encogiéndose al sentir la ira del alfa envolviéndolo.

– ¿Dónde demonios estabas, Kim Dan?
Jaekyung lo fulminó con la mirada. Dan siempre había sido diligente, avisando dónde estaba y a qué hora volvería. Nunca lo había dejado esperando, pero esta vez, la ausencia de respuestas, el silencio, lo desquiciaba.

– Estaba en el hospital… me sentí mal… lo lamento mucho. No pude soportarlo más... – Bajó la cabeza, sintiendo cómo el peso de la situación lo aplastaba.

Jaekyung apretó los puños. – A mi habitación. Ahora.
No necesitó decir más. El alfa lo dejó solo en la sala mientras subía. Había tenido un día pesado, y aunque aún no tenía respuestas claras, esta situación comenzaba a plantar en él diversas preguntas. Preguntas que no estaba seguro de querer responder.

...

La mañana siguiente fue otra batalla. Dan despertó dolorido, pero esta vez había logrado levantarse a tiempo. Se dirigió a la cocina, apenas vestido con unos bóxer y una camisa que había tomado prestada de Jaekyung. El aroma a café y pan caliente llenaba la estancia, pero algo más estaba por suceder.

Un escalofrío recorrió su espalda cuando sintió unas manos fuertes rodear su cintura, deslizándose lentamente por su pierna izquierda. Lo levantaron con facilidad, haciéndolo sentarse sobre la mesa, deteniendo todo lo que estaba preparando.

– ¿Eso no es mío? –
La voz ronca de Jaekyung susurró en su oído, su aliento cálido provocando una reacción inmediata en su cuerpo.

Dan jadeó, sus manos temblando. – Señor... yo... lo siento... – tartamudeó, avergonzado de haber sido atrapado usando algo que no le pertenecía.

El alfa no respondió con palabras. En lugar de ello, inclinó su rostro hacia el cuello de Dan, depositando besos y pequeños mordiscos que hicieron que Dan se arqueara instintivamente. Sus cuerpos rozaban, y el beta no pudo evitar emitir un leve gemido. – Por favor... pare... – rogó

– ¿Que pare? ¿No crees que pides demasiado? – Jaekyung sonrió con arrogancia, subiendo sus besos hasta el mentón de Dan, guiándolo a un beso intenso, posesivo, mientras sus manos exploraban cada rincón del cuerpo de el pequeño "beta"

– Señor... la comida... se va a quemar... – Murmuró Dan, alejándose con dificultad. Jaekyung gruñó, frustrado, pero retrocedió lo suficiente como para dejarlo terminar de cocinar.

El ambiente se calmó momentáneamente, pero Dan no podía dejar de sentir la mirada del alfa sobre él mientras terminaba de servir el desayuno. Sin embargo, sus pensamientos volvieron a lo que tenía que decirle.

– Me olvidé de decirle... tengo que ir al hospital hoy, me dijeron que volviera para hacerme unos análisis. Aún no me dicen qué tengo... – Lo soltó con cautela, esperando que Jaekyung no reaccionara mal.

El pelinegro lo miró, alzando una ceja. – Bien. – hizo una pausa antes de añadir: – Iré contigo.

Dan se tensó. – Pero, señor, usted tiene entrenamiento hoy... no quiero interrumpir su día... – Trató de protestar, pero fue en vano.

Jaekyung se levantó de la mesa, acercándose peligrosamente a Dan. – ¿Por qué no quieres que vaya? ¿Estás ocultando algo? – Las palabras salieron con una mezcla de desconfianza y una furia apenas contenida.

Dan bajó la mirada, sintiéndose vulnerable. – No, no es eso... usted puede acompañarme... – terminó diciendo, sabiendo que oponerse solo empeoraría las cosas.

...

El viaje al hospital fue silencioso. Dan se sumía en sus propios pensamientos, intentando prepararse para lo que vendría. Sin embargo, no estaba preparado para lo que el doctor le dijo:

– Felicidades, Kim Dan. Es usted un omega recesivo y está embarazado.

Las palabras resonaron en su cabeza una y otra vez. Omega. Embarazado. Jaekyung. ¿Qué iba a hacer ahora?

Con la prueba en la mano, salió caminando por los pasillos hasta que chocó con alguien.

– Lo siento... – dijo en un susurro.

– Te tardaste tres años. –
La voz de Jaekyung lo sacó de sus pensamientos. Levantó la cabeza rápidamente, intentando ocultar la conmoción. – Vamos... – añadió apresuradamente, guardando el papel con manos temblorosas.

Todo el camino de regreso fue un torbellino de emociones para Dan. Apenas podía pensar en otra cosa más que en lo que estaba ocurriendo dentro de su cuerpo. ¿Cómo iba a enfrentar esto? ¿Abortaría? El pensamiento le provocaba una angustia indescriptible, pero la idea de decirle a Jaekyung era aún peor.

Jaekyung, ajeno a la tormenta interna de Dan, habló finalmente. – ¿Qué te dijeron? –
Dan tragó saliva, buscando la mejor respuesta. – Solo un cambio de clima... me ha afectado un poco.... – forzó una sonrisa, mirando por la ventana, intentando autoconvencerse de que todo esto no era real.

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1258 palabras, ¿Es bueno?

Propiedad. (Jinx)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora