PREFACIO

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¡No te atrevas!.
— ¿a qué? — comence a reírme, mientras caminaba en la orilla del techo y la lluvia me mojaba.

— Karen bájate, ¿Que es lo que quieres?.

Me senté dejando mis pies colgados, ¿Que es lo que quiero?.

— Karen escúchame, ¡Se que has pasado por mucho, y que yo también te dañe pero no lo hagas!.
— ¿Hacer qué?.
— ¡Karen!, solo bajá y resolvemos ésto.

¿resolver esto?, ¿Que vas a resolver?, escuché que alguien subía las escaleras, pero no quería voltear a ver.

— hola — se sentó a mi lado, cubriendo me con el paraguas.

— ¡Karen! — se escuchó un grito desde abajo.

Ambos lo miramos pero no contestamos.

— Te enfermaras si sigues mojandote, deberías bajar.
— ¿Tú también piensas que me suicidare?.
— no es éso, es solo que la lluvia está fuerte podemos hablar de esto ahí adentro, no es bueno que te enfermes.

Me empecé a reír, él claramente no entendía la situación.

— sabés, suicidarse no suena tan mal, de todos modos no sería la primera vez en intentar hacerlo— contesté y sentí como su mano apretaba mi pierna con algo de fuerza, en pocas palabras estaba molesto hacia mi comentario, y a mí me daba risa.

— ¡No te atrevas!
— tú también con esas palabras — me soltó.

— prometo apoyarte en todo pero volvamos a bajó.
— la verdad no quiero, así que te agradecería que te fueras.
— ni loco haría éso.

Su teléfono empezó a vibrar, no volvió a decir algo y puso en altavoz la llamada.

— ¡¿Que carajos haces?!, haz que se baje de ahí.
— ¿Porque te importa tanto?.
— ¡No séas idiota!, ¡hazme caso!.
— no creo que quiera.
— ¡Te puedo escuchar! — yo terminé contestando ya me empezaba a artar.

— Karen, si me estás escuchando baja te lo suplico.
— ¡No pienso en suicidarme! — comencé a reírme, era como la tercera vez que me decían lo mismo.

— ¡No da gracia, baja de ahí!
— ¡No quiero y no lo haré!, ¡Adiós! — colgué.

Tan fastidioso era, <<baja de ahí lo resolveremos>,
¿No puedes resolver algo que tú mismo destruiste o si?.

— ¿Piensas hablar con él?
— ¡No!, no quiero escucharlo.
— ¿entonces debería golpearlo?

Sonreí.
— ¿no se suponía que estabas a favor de él?.
— ¡¿Qué?!, ¿a favor de él?, nunca.
— No quiero bajarme de aquí, la lluvia me hace sentir tranquila, abajo están ellos.
— éso es lo que intenta arreglar él, que tú te lleves con tu familia
— quiere que yo pida perdón, cuando ellos deberían hacerlo — empezaron a caer lágrimas sin mi permiso.

— Karen, mírame.

Alce la vista y mis ojos se clavaron en las de él.

— ¡huyamos!.
— ¿hablas en serio?.
— ¡Sí!, ¡Huyamos!.

Sonreí, soltó el paraguas, tomo mi mano nos levantamos y empezamos a correr bajando las escaleras, luego pasando a lado de todos ellos, incluso de él, mientras nos empapabamos más.

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