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Comparto habitación con Dahyun en Incheon. Es una gran compañera de cuarto, alegre y positiva cada momento del día, y me encanta hablar sobre comida saludable durante la noche, cuando cada uno golpea su propia cama.

Aprendí que va de compras por los mejores y mas frescos ingredientes cada mañana, y alimenta a Christopher con la mejor comida orgánica, todos los días, cada tres o cuatro horas, por lo que su entrenamiento parece estar espaciado en las secciones de 3-2-3, o 4-4 con las comidas más pesadas en el caso de este último.

Los otros tres hombres comen por tres leones adultos hambrientos. Mucha proteína. Muchos vegetales. Y en la media hora después del entrenamiento, tantos carbohidratos que incluso yo termino carbodrogado de solo pensar en esas deliciosas papas y pastas que comen.

Ella condimenta sus comidas con hierbas naturales, como tomillo, albahaca, romero, un poco  de ajo o pimienta de cayena, y algunas combinaciones que he estado anotando para cuando vuelva a casa.

Es divorciada tiene 39, y también me dijo que vamos a terminar la última pelea en Seoul al final del tour, una ciudad que siempre quise conocer

Mañana Christopher tiene su primera pelea de dos en Incheon, y esta tarde me encuentro pasando el rato en el marco de su gimnasio de alquiler privado, esperando para estirar una vez que haya terminado.

Es nuestra tercer tarde aquí y ya me he dado cuenta que Christopher Bang entrena como un demente.

Hoy en particular parece imparable.

—¿Alguna razón por la que todavía tiene energia a esta hora?— pregunta Changbin al Entrenador.
—¡Oye, Bang! ¡Deja de presumirte frente a Minho!— grita el Entrenador, y escuchamos una risa desde el otro lado del gimnasio, donde Christopher está matando, cruelmente asesinando, una pera de boxeo

—No lo puedo sacar de ahí —dice el entrenador mientras se vuelve de nuevo a nosotros.
Pasa una mano por su cabeza mientras comprueba algún tipo de temporizador que ha envuelto alrededor de su cuello.

Su habitual ceño se profundiza en intensidad
— Ya llevamos nueve horas hoy y todavía tiene jugo. Pero ni siquiera me mira, Bin. Sabíamos que esto iba a pasar desde que él...—

Ambos vuelven sus cabezas hacia mi, como si no pudieran hablar hasta que me esfume, y yo levanto mi ceja.
—¿Qué? ¿Quieren que me vaya?—

El entrenador sacude la cabeza y vuelve con Christopher, quien está todavía extasiado, y volando en el viento como un murciélago aleteando por todas partes.

Sus brazos se balancean con una precisión perfecta, cada embestida golpea el punto muerto de la bola que se balancea hacia atrás. El sonido que hace es rítmico y más rápido que un segundo, thadumthadumthadumpthadump...

—Nueve horas al día es realmente excesivo, ¿no lo crees? Incluso siete al dia es demasiado— le digo a Bin desde la barrera.

Hoy hemos ido mucho más allá de sus 4-4 horas de entrenamiento, y estoy sorprendido de que el hombre aún siga adelante.

Incluso cuando entrené para los Olímpicos, no lo hice asi de duro, y francamente el programa de entrenamiento de Christopher me deja impaciente. Hoy ha hecho abdominales colgado, donde cuelga de su pies y dobla su cuerpo a sus rodillas, tan rápido como pueda, perfectamente trabajando esos abdominales de tabla de lavar como si no hiciera nada.

Hace flexiones, lagartijas, alpinismo, sentadillas. Salta la cuerda con un solo pie, luego cambia al otro, luego cruza la cuerda, oscilaciones, giros y vueltas, a la vez que apenas si llega a ver la cuerda, la hace volar tan rápido como lo golpea ritmicamente el suelo.

UNDERGROUND - minchanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora